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VANCE, EL CAZADOR (CAP. 10)


10 – ACCIÓN Y REACCIÓN

                   El coche de Vance frenó en seco frente a la portilla del jardín de su casa, dejando tras de si una corta marca de goma de neumáticos quemados en el pavimento de la calle. Abre la puerta del conductor, salta la portilla del jardín sin molestarse en abrirla y corre veloz al interior de la vivienda.
- ¡¡¡June!!! ¡¡¡Mamá!!!
                   Abre la puerta de la entrada golpeándola con el hombro, haciéndose daño al hacerlo, pero ni siquiera puede notar el dolor. En su mente solo hay lugar para pensar en su madre y en su hermana.
- ¡¡¡Mamá, mamá!!! – grita de nuevo al cruzar el recibidor y entrar en la cocina. Al ver en el suelo de la cocina los restos de un vaso de cristal roto sale de nuevo al recibidor y mira hacia las escaleras que llevaba a la planta superior. Vuelve a gritar mientras las enfila - ¡¡¡June, ya estoy aquí!!! ¡¡¡June!!!
                   Cuando llega arriba, se encamina al dormitorio de sus padres. Al llegar a él, ve la puerta rota y entreabierta. Se acerca a ella con cuidado y la abre muy despacio. El tocador de su madre está cruzado en medio de la habitación, y se ven señales por toda ella de haber tenido lugar una pelea. Las colchas de la cama están llenas de arrugas y marcas, además de haber algunas salpicaduras de sangre esparcidas por toda la cama. Las almohadas y cojines están esparcidos por la habitación. Una de las cortinas de la ventana doble que preside la habitación está medio descolgada de sus arandelas, algunas de las cuales se ven esparcidas por el suelo. El espejo de una de las puertas del armario ropero presenta una rotura por impacto que simula una tela de araña. Las lámparas de las mesitas también están caídas en el suelo, una de ellas, incluso, tiene rota la pantalla de tela.
                   Y en medio de todo ese caos, tirado en el suelo, se halla el cuerpo inerte de su madre, tendido sobre un pequeño charco de sangre. Vance contempló esa escena con ojos horrorizados y ni siquiera se atrevía a moverse. Durante unos breves segundos, se quedó quieto en donde estaba, junto a la destrozada puerta del dormitorio, sin atreverse a acercarse a su madre. Al fin se recompuso y corrió a comprobar cómo se encontraba. La tomó el pulso. Era muy débil, pero, gracias a Dios, ahí estaba.
                  Cogió con cuidado el cuerpo de su madre y la aupó en brazos. Bajó las escaleras lo más rápido que pudo y, con alguna que otra dificultad, abrió la puerta trasera de su coche e introdujo en su interior a su madre. Acto seguido, ocupó la plaza del conductor y arrancó el vehículo. Pisó el acelerador a fondo y atravesó la autopista a toda velocidad rumbo al hospital, saltándose por el trayecto un par de semáforos en rojo. Al pasarse el segundo, las sirenas de un coche de policía le sacaron de su ensimismamiento. Cuando el coche patrulla se colocó a su lado en la autopista, Vance baja la ventanilla de su lado y, a gritos, le explica al agente que necesita llegar lo antes posible al hospital para curar a su madre. El agente, con un gesto de su mano, le ordena seguirle y, acto seguido, variando la frecuencia de la sirena del coche, le abre camino a través de la autopista.
         Llegaron al centro hospitalario en escasos minutos y Vance dejó a su madre en manos de los enfermeros, luego de explicarles los detalles de lo ocurrido. Cuando por fin se queda solo en el pasillo de urgencias del hospital, cae en la cuenta de la ausencia de su hermana. Es en ese momento cuando suena su móvil. Al cogerle para responder a la llamada, en la pantalla del aparato ve marcado el número de su hermana.
- … ¿June?
- Vaya, así que la tigresa se llama June, eh -  la voz al otro lado del teléfono es aguda – Bonito nombre, desde luego que sí, ya lo creo.
- ¿Quién es usted y qué ha hecho con mi hermana?
- Oh, quién soy yo poco importa, muchacho. Lo que importa es lo que harás tú en menos de una hora. Eso, claro está, si es que quieres recuperar a tu hermana sin un rasguño…
- Entiendo – Vance dota a su voz de una ausencia total de emociones, para evitar así darle pistas a aquel extraño sobre su estado de ánimo - ¿Y qué se supone que he de hacer?
- ¿Hacer? Pagarle al señor Ventura, ¿qué otra cosa iba a ser si no, muchacho? – El hombre ríe a través del auricular del teléfono y su risa suena aún más aguda que su voz – Almacén número 13 del muelle antiguo. Ven en una hora, o la tigresa dejará de gruñir…
                   El tono intermitente del teléfono al cortarse la comunicación retumba en los oídos de Vance como si fueran cañonazos disparados contra su conciencia. Su madre agoniza en una camilla de hospital y su hermana es prisionera de aquel extraño… y todo ello por su culpa, por su maldita y estúpida culpa. Se levanta furioso, justo en el mismo momento en el que un médico sale del mismo quirófano en el cual han metido a su madre. La mirada del hombre le dice a Vance lo que ya se imaginaba.
- ¿Es usted familiar de la señora Richardson?
- Soy su hijo…
- Lo siento mucho, pero no hemos podido hacer nada para salvarla…
                   Aunque el médico continua hablándole para explicarle las causas de la muerte de su madre, Vance ni siquiera le escucha. En su mente se ha formado un agujero negro que absorbe los sonidos de todo aquello cuanto le rodeaba en ese momento. No puede aceptar aquella muerte y mucho menos puede aceptar el hecho de haberse producido de una manera tan absurda como cruel. Cuando el doctor le pone la mano en el hombro para darle las condolencias, Vance se la retira con un movimiento brusco, se da media vuelta y abandona el hospital con paso firme y decidido. Mientras abandona el lugar, saca su teléfono móvil y marca un número de teléfono.
- … ¿Diga? – al otro lado le contesta la voz de un muchacho algo joven.
- ¿Archer? – Vance habla directo, seco y cortante – Necesito que me traigas algo.
CONTINÚA

2 comentarios:

  1. D:!
    De verdad E-MO-CIO-NAN-TE!
    Me escocían los ojos porque los tenía pegados al pc sin pestañear ni un ratito :O:O
    De verdad que está bueno, no sé cómo le haces pero mantienes el suspenso de una manera... fascinante!

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  2. Supongo que es algo "adquirido" de tanto ver series anime del estilo de Naruto, Caballeros del Zodiaco y/o Bleach XD (y hoy en día, a mis cuarenta tacos, siguen enviciandome esas series que no veas XD).
    Me alegra ver que mis historias gustan a quien las lee, anima mucho, de veras.
    Un saludo.

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