11 – OFUSCACIÓN
El
ruido característico de un trapo siendo sacudido con vigor en el aire, avisa de
la apertura del portal de traslado ante la fachada principal del almacén número
trece, en el muelle antiguo. Del interior del portal emergen Archer y Vance,
portando el maletín que le entregó segundos antes su compañero.
- ¿Qué harás ahora? – quiso saber
su compañero.
- Acabar con esto de una vez por
todas – le responde Vance encaminándose hacia la entrada del enorme edificio –
Pero a mi manera. Espérame aquí.
- Esto… ¿necesitas que te eche una
mano ahí dentro?
Vance se detiene
unos instantes, mira detenidamente al edificio y, por fin, le habla.
- Estate atento al teléfono. Te
llamaré para que me puedas localizar y sacar de ahí a mi hermana. Del resto me
ocuparé yo.
- ¿Estás seguro de que no
necesitarás mi ayuda? – insiste Archer, queriendo ser de más utilidad a su
amigo - … No sé, quizás necesites que alguien te cubra las espaldas mientras…
- Te he dicho que me esperes aquí
– Vance le corta bruscamente y Archer se lo piensa mejor antes de añadir nada
más, mientras ve alejarse a su amigo en dirección al almacén.
Vance
llega ante la puerta principal del enorme edificio, pero, en lugar de entrar
por ella, da un pequeño rodeo y se mete por uno de los callejones formado entre
el edificio contiguo al almacén y éste mismo. En el callejón, envuelto en las
sombras, Vance apoya una de sus manos sobre la pared del almacén y,
concentrándose, se funde con las sombras de la misma.
Al
entrar en el mundo de las sombras, las cosas que le rodean cambian por
completo. Todo lo exterior se dibuja como si fuera un fotograma sin revelar de
un carrete de fotos. Las partes oscurecidas se convierten en zonas iluminadas y
las iluminadas en zonas oscuras y su cuerpo, convertido en un borrón oscuro y difuminado,
se mueve a través de estas zonas a gran velocidad. Así, en apenas unos
segundos, Vance registra el almacén de arriba abajo, en busca del secuestrador
y de su hermana, a quienes encuentra encerrados en una pequeña habitación
situada en la planta superior de las dos que conforman el almacén. Su hermana
está amordazada y atada al respaldo de una silla de madera. El secuestrador
está junto a ella, empuñando un enorme cuchillo y apoyando la afilada hoja
contra el cuello de su indefensa víctima.
Aprovechando las sombras de una
de las esquinas de la pequeña sala, Vance logra entrar en ésta, ante la atónita
mirada de los dos inquilinos, que no dan crédito a sus ojos, al ver la
aparición de nuestro amigo surgido de la nada, portando en sus manos el maletín
que arroja con desdén al suelo, ante los pies del secuestrador.
- Ahí tienes tu dinero – le
informa Vance.
- ¿C-Cómo coño lo has hecho? – Le
pregunta asustado el hombre - ¿Por dónde cojones has entrado, chaval? La puerta
está cerrada… ¡y tú ni siquiera la has abierto…! ¿Quién eres, el puto Houdini?
- Eso da igual – Vance ni siquiera
le mira a la cara, saca de su bolsillo derecho unos guantes de cuero negro, que
tienen las puntas de los dedos recortadas, y comienza a ponerse uno de ellos
con parsimonia – Ahora suelta a mi hermana y déjala irse. ¿De acuerdo?
- Oh, ¡qué miedo me das! ¡Para,
por favor! – El secuestrador ríe sarcásticamente al oír la petición de Vance -
¿Por quién me tomas, muchacho? ¿Crees que voy a soltar a la chica así como así?
Ella es mi seguro de vida, ¿estamos? – Vance le mira con frialdad y asiente
cerrando ligeramente los párpados – Te diré lo que haremos, muchacho – continúa
hablando el secuestrador – Te quedarás ahí, quietecito. Yo cogeré ese maletín y
saldré de aquí con tu hermanita de compañera, ¿de acuerdo? De ese modo, cuando
me encuentre a una distancia prudencial de este lugar, la soltaré, ¿entendido?
- Bien… – Vance termina de
colocarse el segundo guante y mira de nuevo al secuestrador – Quise que esto se
arreglara por las buenas, pero tú has escogido el camino difícil.
- Oh, ¿sí? – el hombre ríe ante
Vance con sorna - ¿Y qué es lo que pretendes hacer, hombrecito? ¿Darme una
paliza para sonsacarme información? ¡Venga ya! ¿Me crees tan débil como para
achantarme ante un criajo como tú? ¡No me hagas reír, por favor!
- Aclárame una cosa, por favor –
Mientras habla, Vance, con ayuda de las sombras que le rodean, forma en su mano
derecha una hoja de cuchilla plateada, de unos treinta centímetros de largo.
Acto seguido se esfuma entre las sombras para aparecer, un segundo después, tras
el sorprendido secuestrador, al que agarra por los hombros, empuja violentamente
contra la pared de la que acaba de salir y le clava contra ella con ayuda de la
cuchilla plateada, clavándosela en el hombro derecho - … ¿En qué momento, desde
que he entrado aquí, he dicho yo que quería sonsacarte información? – La
frialdad en la mirada llena de odio y de rabia de Vance logra poner nervioso al
secuestrador, que inexplicablemente comienza a temblar.
Tras
cerciorarse de que el secuestrador está bien atrapado entre la espada y la
daga, Vance acude a socorrer a su hermana. Sus ojos, envueltos en lágrimas, le
lanzan una oleada de mensajes llenos de angustia, terror y sorpresa. La libera
de sus ataduras con delicadeza y, sacando el móvil del bolsillo interior de la
cazadora que lleva puesta, teclea el número de su compañero. Segundos después,
el característico ruido del portal de traslado al abrirse, anuncia la llegada
de éste.
- Llévatela de aquí – le ordena
Vance a su amigo.
- Vance, no tienes por qué hacer
esto… - Archer intenta hacer entrar en razón a su amigo, pero la mirada vacía
que le devuelve éste, le hace ver que no logrará tal cosa.
- ¡Te he dicho que la saques de
aquí! – Tras gritarle, Vance empuja a su amigo y a su hermana hacia la entrada
aún abierta del portal. Después, para evitar la mirada llena de preguntas de su
hermana, se gira y se encamina hacia el asustado secuestrador – Bien, ¿por
dónde íbamos? – A su espalda, el portal se cierra llevándose lejos a su
hermana.
- ¡Espera, muchacho! – Le implora
tembloroso y balbuceante el hombre – P-Podemos llegar a un acuerdo… ¡Q-Quédate
con el dinero! Y-Yo le diré al señor Ventura que no lo trajiste y que tuve que
matarte… Así, él se olvidará de ti y asunto arreglado… ¿Q-Qué me dices, eh?
El
puñetazo de Vance, como respuesta al balbuceo del secuestrador, es duro y
contundente, e impacta de lleno en el carrillo derecho del hombre, que escupe
un buen chorro de sangre debido a la sacudida.
- ¡Claire Richardson!
Un
nuevo puñetazo, dirigido esta vez al carrillo contrario, hace escupir más
sangre a su prisionero.
- ¡Madre de familia!
Otro
puñetazo hacia el lado contrario. Junto a la sangre, sale despedido un diente,
que cae al suelo envuelto en un escupitajo rojo.
- ¡Claire Richardson!
Nuevo
puñetazo al carrillo izquierdo, y dos dientes más que chocan contra el suelo.
- ¡Mujer amable y cariñosa!
El
siguiente puñetazo va directo a las costillas derechas del gimoteante hombre,
que escupe bocanadas de sangre con cada uno de los golpes recibidos.
- ¡Claire Richardson!
Vance
lanza el puñetazo contra el costado inverso, con odio y rabia incontenibles.
- ¡¡Tú la mataste, hijo de puta!!
Otro
golpe a las costillas derechas. El crujido que acompaña al golpe denota que una
de las costillas se ha roto.
- ¡¡Tú la mataste!! ¡¡Tú la
mataste!! ¡¡Tú la mataste, cabrón!!
La
avalancha de puñetazos convierte al hombre en un saco de boxeo, un títere roto
que recibe cada golpe con violentas convulsiones. Un amasijo informe de carne
amoratada y sangre. Vance no deja de golpear, aún sabiendo que el hombre ha
muerto hace ya rato, soltando toda su rabia y frustración en cada uno de los
golpes que propina al cadáver sin vida de su víctima. Cuando el agotamiento hace
mella en él, Vance cae de rodillas en el suelo, apoyando sus ensangrentados
guantes sobre el enorme charco de sangre que moja los pies de su víctima. Un
espasmo en su cuerpo, seguido de una arcada, le hace vomitar la bilis que se
abre paso por su cuerpo, a través de su garganta.
- ¡Tú la mataste, hijo de puta!
Y
las lágrimas asoman en los ojos de Vance, por primera vez en mucho tiempo. Y
junto a las lágrimas llega también el dolor de una pérdida irreparable. Y por
vez primera en su vida, Vance sabe lo que es sentirse solo de verdad. Y esa
sensación le hace sentirse muy pequeño… Y muy vulnerable.
CONTINÚA
Increíble... está muy bueno :O
ResponderEliminarLas escenas... no sé, cuando leía el capítulo me parecía todo tan real..., tan cierto.
Me alegra que te guste, ya que no las tenía todas conmigo con el resultado final de éste capítulo... No sé, creo que es algo frio.
ResponderEliminarAbuelo uno nunca queda conforme con su creación, y mientras m´s lo lee más cambios le quiere hacer (por cierto ahora luego me voy a ver que cambios le hiciste al cap 5) perobueno a mi me gusto y el final me dio mucha pena con vance... Cuando termines con Vance lo vas a poner todo junto como para leerlo de corrido? es que a mi me cuesta leerlo por capitulos ya que soy de las que cada tanto revisa lo anterior y me gustaria leerlo todo de corrido
ResponderEliminarPonerlo todo junto quedaría muy largo en el blog, asi que no creo que lo haga, Circe, aparte que tampoco controlo mucho en esto de editar blogs. De todos modos, como ya te he dicho en el correo que te mandé, si lo desea(i)s, envia(rme) un e-mail y te/os lo mando por correo en PDF.
ResponderEliminarPor cierto, el párrafo final es lo poco que me ha convencido del resultado final de este capi.
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