Capítulo 9 – Combate en los dominios de Yuga.
De repente
se vieron rodeados por montones de esqueletos. Todos iban armados. Lanzas,
dagas, espadas, escudos con bordes dentados y o afilados, cuchillos, cadenas
con mazas, hachas… Toda arma conocida era empuñada por alguno de los esqueletos
que en esos momentos les rodeaban. Las resecas calaveras, de cuencas vacías,
les miraban con una vacía y diabólica risa marcada en sus no menos resecas
mandíbulas.
- ¿Esto es una lucha justa? – Preguntó Freyan en voz alta
sin esperar recibir respuesta – Por lo menos cuento cinco por cabeza.
- Mejor - sonrió alegremente Zarko - Más nos tocan a cada
uno.
- El combate es justo - habló suavemente Yuga - Nunca
enfrento a nadie contra algo que no pueda superar. Solo es cuestión de tesón,
inteligencia y, por supuesto, algo de voluntad propia.
- A mi lado, Fedhoram - ordenó Freyan a su pupilo - Juntos
nos ocuparemos de estos desechos humanos.
- Y ahora, si me disculpáis - Yuga se levantó del trono -
Tengo que visitar a un viejo amigo. Espero que no tengáis muchos problemas con
mis amigos. Nos vemos enseguida.
El haz de
luz que iluminaba al oscuro trono de las cobras se apagó, borrando tras de sí todo
rastro de evidencia de la existencia del mismo y de su dueña. En ese momento,
en el cementerio, Ezerian recibe una extraña visita.
- Hace mucho tiempo que no me visitas, querido.
- Si - contestó éste sin volver la vista atrás - Trato de
evitarlo siempre que me es posible.
- ¿Tan malos recuerdos te traigo? - la voz de Yuga sonó
juguetona - Qué pena, nos lo pasamos muy bien juntos. ¿No te parece?
- Si, en efecto. No puede negarse que lo pasamos bien. ¿A
qué has venido?
- Tu nuevo pupilo. El joven arrogante.
- ¿Qué ocurre con Fedhoram?
- No está preparado. ¿Lo sabes, verdad?
- Aja. ¿Y?
- ¿Y? - extrañamente, la voz de Yuga sonó en esta ocasión
a desconcierto - ¿Sabes que no está listo y lo envías a la prueba? ¡Por los
cuernos de Mir! ¿En qué estabas pensando al mandarlo a mis dominios, Ezerian?
Ezerian no
respondió. Pero sabía muy bien lo que Yuga estaba insinuándole en ese momento.
Que tal vez, enviar al joven a cumplir la prueba no hubiera sido la mejor de
las ideas. Pero no había otro remedio. Había mucho en juego y el joven Fedhoram
tenía que estar preparado para lo que estaba por llegar. A toda costa.
- Sé lo que piensas, Yuga - habló finalmente, en voz baja
y grave - Pero el joven Fedhoram superará la prueba con la ayuda de sus dos
compañeros. Ya lo verás.
- ¿Estás seguro? - Yuga replicó duramente - Es un joven
arrogante, impulsivo y, lo que es peor, tiene miedo. Lo veo en sus ojos. Y eso
puede ser su perdición. Tengo un presentimiento que no me gusta, Ezerian.
- Pues no lo tengas - replicó a su vez Ezerian - Vuelve a
tus dominios y cumple con tu papel. Fedhoram cumplirá con el suyo, al igual que
sus dos compañeros. Al fin y al cabo, el destino no es más que eso. Papeles.
Papeles que a cada uno nos son dados para que los representemos en esta gran
obra que es el destino. Yo tengo el mío. Tú tienes el tuyo… Todos tenemos
nuestro pequeño papel.
- Yo sé muy bien cuál es mi papel - Yuga atravesó parte
del portal abierto tras Ezerian, que seguía sentado en el suelo sin mirarla -
Me pregunto si tú sabes bien cuál es el tuyo. Rezaré para que no te equivoques
con el muchacho. Hay mucho en juego. Adiós.
- Si - musitó Ezerian - Demasiado.
El cuarto de
los esqueletos que osó atacar por la espalda a Zarko acabó en el suelo sin su
calavera. Los dos primeros fueron empalados por éste mismo con un poderoso
mandoble de su espada y al tercero lo despachó Freyan con dos tajazos.
- ¡Otro menos! - apuntó triunfante Zarko al abrir en dos
el huesudo cráneo de otro esqueleto.
- Siguen siendo demasiados - añadió Freyan.
- Mejor - rió Zarko - Más divertida será la cosa.
Por su
parte, el joven Fedhoram repelía como podía las estocadas y ataques de sus
adversarios, que poco a poco le iban rodeando con la intención de separarle de
sus compañeros
- ¡Malditos
chacales! - el Myzarino se dio perfecta cuenta de la intención de sus
enemigos - ¡Freyan, intentan separarnos del muchacho!
- ¡Lo veo! - asintió su compañero al tiempo que paraba el
ataque de dos esqueletos armados con lanzas - Pero yo no puedo ir en su ayuda.
Zarko rugió
de rabia. Lanzó un fuerte golpe con su espada y el metal se abrió camino a
través del cráneo de otro de los esqueletos. Aprovechando la caída de éste,
Zarko saltó por encima de su cuerpo inerte y fue a colocarse junto al
desprotegido joven, que en ese momento se enfrentaba a dos adversarios armados
con hacha y espada.
- ¡Detrás de mí, Fedhoram! - le ordenó el Myzarino - ¡Yo
te cubriré!
Fedhoram
obedeció y se colocó de espaldas al valeroso guerrero de Myzar. Zarko,
blandiendo en la mano derecha su espada y en la izquierda su daga incitó a los
esqueletos.
- ¡Vamos, perros del infierno! ¡Venid a por mí si os
atrevéis!
El esqueleto
que portaba el hacha, enorme y de hoja doble, blandió en alto su arma y se
lanzó al ataque. Zarko esquivó con facilidad dicho ataque y aprovechó su
movimiento para asestarle un tajazo en uno de sus brazos, arrancándosele de
cuajo a la altura del omoplato. El segundo esqueleto, armado con un gran
espadón, sopesó la situación y calculó su próximo movimiento. Zarko, no
obstante, no estaba muy dispuesto a darle más tiempo para pensárselo y se lanzó
al ataque. Lanzó varios mandobles que su adversario esquivó y paró fácilmente.
En una de las ocasiones, el Myzarino lanzó un puntapié a su contrincante y éste
lo recibió de lleno en las costillas, quebrándose un par de ellas.
El
esqueleto, no obstante, aún sin dos costillas menos, seguía atacando. Lanzó dos
severos mandobles en diagonal que Zarko pudo detener con ciertos problemas,
debido en parte al enorme peso del arma de su adversario. Decidió utilizar eso
mismo en contra de aquel. Así, en uno de los ataques del esqueleto, Zarko
fingió intentar detener el mandoble para, en el último instante, retirar su
hoja y hacerse a un lado. Tal y como pensaba, el repentino movimiento
desequilibró por completo a su contrincante, haciéndole caer a tierra. Zarko
aprovechó esa situación para seccionarle los antebrazos con dos tajazos de su
espada bien dirigidos.
- ¡Bien! - bramó el Myzarino orgulloso - ¿Alguno más desea
probar el filo de Zynthra, de esta hermosa espada forjada en las fraguas de los
enanos de Thirys Mine? ¡Vamos, buitres carroñeros, os estamos esperando!
Los pocos
esqueletos que aún quedaban en pie parecieron titubear. Pero era solo una
ilusión, pues en cuestión de segundos volvieron a la carga sobre nuestros
amigos. Rodeándoles, les atacaron por todos lados al mismo tiempo. Zarko
retenía, desviaba y devolvía estocadas a diestro y siniestro, sin permitir en
ningún momento que los esqueletos alcanzaran al muchacho, que observaba
sobrecogido el valor que mostraba en el combate el Myzarino. Freyan, por su
parte, hacía lo propio con los enemigos que le salían al paso, pero sus fuerzas
comenzaban ya a fallarle. Lo supo justo cuando, al hacer una finta para
esquivar un golpe de lanza de un esqueleto, su rodilla derecha le falló y le
hizo caer al suelo. Tres esqueletos aprovecharon el funesto momento para caerle
encima. Fedhoram lo vio y, sin dudarlo, se lanzó a su vez sobre los esqueletos
para salvar a su maestro.
- ¡Aguanta maestro!
Su espada
atravesó al primero de los esqueletos. El segundo, reaccionando algo lento,
lanzó un mandoble vertical con su espada de hoja ancha y dentada que el joven
detuvo con facilidad. Después, con un giro de caderas, rápido y ágil, golpeó
con el codo del brazo que tenía libre en la frente de la desnuda calavera
sonriente y la arrancó de cuajo. Otro giro más y se colocó detrás del
decapitado esqueleto y, con un recto mandoble, le partió por la mitad. Se giró
de nuevo y se encaró con el tercero de los esqueletos, que ya había caído sobre
su mentor. Una de sus huesudas manos agarraba la garganta de éste. La otra
mano, igual de huesuda, empuñaba un largo cuchillo de hoja ancha y mellada.
Freyan sostenía la mano que sujetaba el arma, pero sus fuerzas ya no le respondían
como el esperaba y el cuchillo bajaba lentamente en dirección a su corazón. De
pronto, una hoja de espada sobresalió por entre la caja torácica del esqueleto.
Éste, irguiéndose sobresaltado, observaba incrédulo la hoja que le atravesaba
de lado a lado. Fedhoram jaló de la hoja hacia un lado y el cuerpo huesudo se
partió en dos. Ayudó a su mentor a ponerse en pie.
- ¿Estás bien, maestro?
- Cansado - respondió éste resoplando al levantarse del
suelo - Pero gracias a ti, vivo. Un buen golpe ese, Fedhoram. Te felicito.
- Tú me le enseñaste, maestro - respondió el joven.
- Oh, venga - le pidió sonriente Freyan - Deja ya de
llamarme maestro. Hace ya tiempo que el alumno superó al maestro.
- ¡Al infierno con vosotros, perros sarnosos! - vociferó
alegre y jubiloso Zarko al acabar con el último de los esqueletos que quedaban
aún en pie.
El silencio
reinó durante unos segundos en el reino de Yuga. Los tres compañeros se miraban
jadeantes y alegres. La batalla había sido feroz, pero también increíble. Zarko
no cabía en sí de gozo. Había disfrutado soberanamente con aquella lucha de
igual a igual y daba la sensación de querer seguir combatiendo durante más
tiempo.
- ¡Ha sido maravilloso! - bramó jubiloso - ¡Por los hijos
de Koyum, deberíamos de repetirlo!
- ¡Ni de coña! - sentenció riendo Freyan - ¡Yo ya estoy
viejo para estos trotes!
- ¡Tonterías! - aseguró Zarko - ¡El mismo dios guerrero
Yukon estaría orgulloso de combatir a tu lado, amigo mío! ¡Yo mismo moriría
orgulloso luchando a tu lado, compañero! ¡Y a tu lado también, muchacho! -
golpeó amistosamente el hombro de Fedhoram - ¡Has demostrado ser un digno
guerrero! ¡Ya lo creo que si!
El haz de
luz, el trono de las cobras y Yuga reaparecieron de nuevo ante ellos.
- Bravo, muchacho - habló - Tienes dos buenos amigos a la
par que bravos guerreros a tu lado. Te felicito. Pero debo advertirte de algo.
La prueba que deberás superar por ti mismo puede que te acabe superando. Por
ello, te preguntaré una vez más. ¿Te crees preparado para afrontarla?
- ¿Acaso no he superado ya una prueba, señora? - respondió
Fedhoram.
- ¿Prueba? - rió Yuga - ¡No te confundas, niño! Lo de
antes no era sino un pequeño entretenimiento para tus amigos. Esos esqueletos
nunca os habrían hecho daño. Tu prueba comenzará ahora, en cuanto cruces esta
puerta.
Ante nuestros
amigos se abrió un nuevo rayo de luz, de la misma anchura que el que les llevó
al lugar que ahora pisan.
- De ti depende, - añadió Yuga - de si decides estar o no
preparado para afrontarla. Sea lo que sea que decidas, deberás superarla solo.
Sin ayuda alguna - la mujer miró desafiante a Zarko, que ya iba a protestar -
Así pues, dime. ¿Qué decides, joven guerrero?
Fedhoram no
dijo nada. Con paso firme atravesó el portal de luz.
-Vaya - asumió Yuga - Un joven decidido.
Fedhoram me pone en suspenso, como que nunca sé si fallará en realidad. Pienso: No, no digas... no te rindas, pero también debe ser difícil ser él. T.T
ResponderEliminarEs como la antítesis de Zarko, a mí parecer :D
Aunque me encanta el carácter decidido de Zarko, todo un personaje principal ^^
Sí, es cierto que Fedhoram es la antítesis de Zarko, la verdad es que son dos carácteres totalmente opuestos. Su carácter se debe, en parte, al verse cumpliendo un destino que él nunca buscó ni quiso, por lo tanto, es de entender su forma de sre.
ResponderEliminar