El pintor
Con parsimoniosa armonía trazan
las líneas sus dedos, embadurnados en los distintos óleos, navegando sobre la
rugosa superficie del lienzo como peces de colores surcando un mar de sueños.
Con presteza y voracidad
plasman sus manos y sus pinceles formas, trazos y figuras; aquí una nube de
algodón, allí unas gaviotas en la lejanía, allá un barquito meciéndose en las
suaves olas.
Con ojos blancos y vacíos
mira su obra el pintor y sonríe complacido, sabedor de que el resultado final
no es lo importante en su obra, sino las miradas que sobre ella luego recaerán.
Miradas que le contarán todo
lo que él no puede ver.
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