2 – De putas
“¡Doble ca, uve doble!;
la emisora que recorre el espacio... y el tiempo.
¡Hey! De nuevo con vuestro
amigo Al Crespo, que os trae la mejor música de los siglos pasados para
alegraros la jornada. ¿Estáis preparados para mover el esqueleto?
Tenemos la llamada de otro oyente; ¿sí, dígame?
¿Qué pasa, Al? ¿Cómo te
va, tron? Te llamo desde el taller “Ventura” p’a pedirte una de AC/DC...
Un momento, ¿has dicho
el taller “Ventura”?
El mismo, el mismo,
tron...
Ahí fue donde me
jodieron el autodesl¡zador el mes pasado.
Que va, que va... Aquí
no fue. Aquí curramos de puta madre, colega. Te lo digo yo, tío.
¿Me estás llamando
mentiroso, cabrón?
Que no, joder...
Pues llámame cuando
sepáis arreglar coches, ¡capullo! Adiós.
Y ahora os dejo con el
tema “Señor matanza”, del grupo Mano Negra.
¡Hasta luego!
¡Doble ca, uve doble!;
la emisora que recorre el espacio... y el tiempo”.
La esquina redondeada del edificio
alto y gris era el lugar donde estaba situada la entrada al mismo. Sus opacos
ventanales negros centelleaban bañados por los destellos de colores del letrero
luminoso que daba nombre al local. Un enorme “Xanadú” de neón coronaba la puerta doble, donde un musculoso shiíta de cuatro brazos y ojos enormes y
negros custodiaba la entrada. A su lado, un canijo sasky mordisqueaba un largo cigarro sin encender. En el lado
opuesto, una yury de piel verdosa y
cabello rubio y corto enseñaba sus pechos. Al ver llegar a Bradock y a su
androide se metió dentro del edificio como si tuviera mucha prisa.
— Que venga usted, no digo que no, jefe —mascullaba por lo
bajo Roc, mientras se acercaban a la entrada del local—, pero no sé por qué motivo
debo venir yo también. Ya sabe que no me gustan estos antros.
— Es bueno relacionarse con la gente, Roc —Le contestó éste
echando una bocanada de humo por la boca y dando una calada al puro que
fumaba—. “Ampliar horizontes” lo llaman.
— Conozco sitios mejores a los que ir si se tratase de
relacionarse con la gente, la verdad.
— ¿Y en cuántos de esos sitios te harían un buen servicio
como el que te harían aquÍ?
— ¡Venga ya, jefe! —exclamó el androide— No necesito de
esos “servicios” para conocer gente. Me basta con acudir a una holo-biblioteca,
ir a un concierto de música clásica o asistir a una buena representación de ópera.
— Por cierto ¿qué tal andas del tema? —Le preguntó Bradock
señalándole a sus partes íntimas.
— ¿Tema? ¿A qué se refiere con eso?
— Ya sabes —Bradock le señaló de forma más insistente sus
genitales—; tu cosita, el pajarito…
— ¿Cosita, pajarito? —Si el androide pudiera encoger los
hombros, en ese momento los habría encogido— No le entiendo, jefe.
— ¡Por Dios, Roc, me refiero al pito, al pene, a la polla!
¡Que si lo tienes o no!
— Ah, se refería a esto —El androide presionó un botón en
un pequeño panel oculto de su cintura y de su entrepierna emergió un miembro
masculino de un tamaño considerable.
— Rediez, qué calladito te lo tenías, cabrón —espetó
Bradock al admirar el tamaño del aparato viril del androide.
— Uno de mis creadores creyó oportuno dotarme de este
aparato. Gustaba el buen hombre de metérselo por…
— No hace falta que me des los detalles —Le cortó Bradock
antes de que acabase la frase. Vamos, hemos de sacarle provecho a esa
herramienta tuya. Te presentaré a Renata. Creo que le caerás muy bien. Ya
verás.
Mientras
tanto, en el interior del local el ambiente se estaba revolviendo un poco.
— ¡Ha vuelto, ha vuelto! —exclamaba una y otra vez la yuri de piel verdosa.
— ¿Quién, quién? —preguntaban sus compañeras de oficio
extrañadas por el alboroto de la muchacha.
— ¡El terrícola, el terrícola!
— ¿Terrícola? ¿Cuál? —preguntó una mujer asomada a una
pequeña balconada interior.
— ¡Bradock!
— Mierda… —Al oír el nombre, la mujer suspiró hondamente
con resignación— Bueno, tranquilidad. ¿A quién le toca esta vez?
Ante
la pregunta, las mujeres allí presentes comenzaron todas a dar evasivas; yo ya lo hice el mes pasado, a mí aún me
duelen los dos agujeros, ni hablar, aún no puedo sentarme en condiciones…
Ante tal situación, la mujer les mandó callar. Una de las allí presentes se
ofreció voluntaria para atender al cliente, para asombro de las demás.
— De acuerdo, Erza —Aprobó la mujer de la balconada—, lo
harás tú. Te daré un cinco por ciento extra a fin de mes por tus servicios.
— Gracias, señora Maluk —contestó Erza, andariana de piel tan negra como el
carbón, ojos azabache y cabello blanco y corto.
— Buen día a todas —Saludó en ese momento Bradock al
entrar por la puerta jalando del androide por uno de sus brazos—. ¿Está Adele?
— Hola, encanto —Saludó desde la balconada la mencionada—.
Me agrada que vuelvas a esta mi casa. ¿En qué puedo servirte hoy?
— Hola, Adele. Encantado de volver a verte. ¿Cómo te va el
negocio, guapa?
— No me puedo quejar… —contestó la madame.
— ¿Está esta noche Renata en activo? —preguntó Bradock sin
dar más rodeos—.Mi compañero Roc desea conocerla.
— Vaya, no le veo yo muy convencido de ello, la verdad
—apuntó la mujer al ver las reticencias que el androide mostraba.
— Ah, bueno, es que es un poco tímido —señaló Bradock—.
Pero te aseguro que cumplirá con ella
como mandan los cánones, en serio.
— Chicas, acompañadle a la habitación de Renata —Ordenó
Adele.
Dos
de las muchachas agarraron de los brazos al nervioso androide y lo condujeron
por una escalinata.
— Es por aquí, cariño —Le decía mientras subían los
escalones una de ellas—. Renata se pondrá muy contenta de verte; le gustan
mucho los androides.
— Los androides, los hombres, los animales… —apuntó riendo
la segunda—. A Renata le gusta de todo.
— En cuanto a ti, cariño —Adele se dirigió de nuevo a
Bradock—, tengo algo especial para esta noche.
— Vaya, vaya… —Bradock sonrió de oreja a oreja— ¿Y puedo
saber el qué?
Adele
Maluk hizo un gesto a la andariana, que se acercó sonriente hasta Bradock,
mostrándole toda su desnudez.
— Se llama Erza —Le aclaró Adele—. Las demás chicas se
peleaban por estar contigo, pero yo las he dicho que no, que esta noche te
tocaba el “plato especial de la casa”. Como puedes ver, es una de las criaturas
más hermosas que hayas visto en tu vida.
— Doy fe de que así es, rediez —apuntó Bradock admirando
las sensuales curvas de la mujer.
— Comprobarás, además, lo muy eficientes que son las de su
raza a la hora de dar satisfacción sexual; tanto a hombres como a mujeres. Que
la disfrutes, cariño. Trátala bien, por favor ¿de acuerdo?
— Seré el hombre más educado de la galaxia con esta
damisela, Adele —respondió Bradock besando las manos de Erza y haciéndola una
reverencia para que abriera la marcha en dirección al dormitorio.
— Eso espero —apuntó una poco convencida Adele—. Eso
espero.
Bradock
fue conducido escalinatas arriba por la andariana quien, intencionadamente,
bamboleaba su trasero de manera descarada ante sus ojos. Llegados a una
habitación, contigua a la que había sido llevado el androide, la andariana se tumbó
sobre la cama.
— Bueno, machote —Indicó sonriente a su partenaire—;
veamos qué es lo que tienes entre esas piernas que tanto asombra a mis
compañeras.
— Claro, mujer, claro —espetó bonachón Bradock mientras se
despojaba de sus vestimentas y dejaba a la vista su enorme miembro viril—.
Sírvete tú misma.
— ¡Por los anillos de Tolkien! —exclamó la andariana
cayéndose de la cama patas arriba debido a la sorpresa— ¿¡Qué narices es eso!?
— Todas decís lo mismo —Bradock rió de buena gana—. Bueno
¿qué hacemos? ¿Me tumbo, me quedo de pie?
— ¿Cómo diantre puedes hacerlo con “eso”? ¡Es enorme!
— Cuestión de práctica, cariño. Cuestión de práctica.
En
ese momento, al otro lado de la habitación se oyó un alarido metálico que
resonó en las cuatro paredes.
— Vaya —espetó Bradock sonriendo—; veo que Roc ha
conocido a Renata.
CONTINIUARÁ
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