El Guerrero
Está tumbado sobre la nieve,
blanca y fría, con los brazos y piernas abiertos en cruz y sus ojos mirando al
cielo.
El viento frío golpea en su
rostro como cuchillas hirientes y lo mortifica sin piedad, entumeciendo todos
sus músculos. Pero eso le da igual.
La nieve está teñida con su
sangre, que emana de la herida abierta con una lanza, que sobresale de su pecho
como un mástil quebrado.
Y la espada caída junto al
guerrero, con la hoja rota y ensangrentada, cuenta cuán dura fue la última
batalla.
Y los cadáveres esparcidos
por doquier, sanguinolentos e inertes, claman su lugar en el paraíso de los
héroes.
Y los cuervos sobrevolando el
cielo azul en círculos, como una nube negra e informe, esperan el momento para
celebrar su macabro festín.
Y el guerrero sonríe por
última vez, mientras de sus labios escapa el último hálito de vida.
FIN
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