6 – Conociendo a la
familia
Tras
las oportunas presentaciones, June fue conducida por Bradock a uno de los
camarotes dispuesto para ella. Ni que decir tiene que Roc insistió
fervientemente en prestarle el suyo, a lo que su jefe se negó rotundamente.
— Aquí es —Le señaló Bradock cuando llegaron ante la
puerta—. Siéntete como si estuvieras en tu... —Se detuvo antes de acabar la
frase, al recordar parte del pasado de la mujer— Quiero decir, que puedes hacer
lo que quieras e ir a donde te plazca en la nave. Si necesitas algo, pregúntale
a Neska ¿de acuerdo?
— No te preocupes, grandullón —dijo June entrando en el
camarote—. Soy mayorcita y puedo apañármelas sola.
Cuando
la puerta se cerró tras ella, June echó una ojeada al habitáculo. Era circular
y espacioso. Disponía de una cama flotante mecánica en el centro y dos puertas
ovaladas que daban acceso a un cuarto de baño y a un armario ropero. Una gran
pantalla de cuarzo hacía las veces de ventanal y televisión con multiservicios.
En esos momentos mostraba el exterior donde, además de las estrellas, brillaban
un par de soles, uno azul y el otro anaranjado, que iluminaban un pequeño
planeta arenoso.
June
se tumbó sobre la confortable cama flotante y se relajó un poco. En ese momento
se dio cuenta de cuánto necesitaba ese descanso. Estiró todo lo que pudo sus
brazos y piernas y la pereza invadió todo su cuerpo de manera harto agradable.
Se dejó vencer por la modorra que la invadió casi al instante y, cerrando los
ojos, cayó en un profundo y deseado sueño.
Despertó
seis horas después, bajo los suaves acordes de un piano que sonaba a través de
un hilo musical. Se sentó remolona sobre la cama y se desperezó estirando los
brazos al tiempo que bostezaba de forma exagerada. Se encaminó al cuarto de
baño y buscó la ducha. Abrió el agua caliente y comenzó desvestirse mientras
esperaba que el líquido alcanzase la temperatura adecuada. Cuando ya se
encontraba completamente desnuda, probó el agua con la mano y la retiró con
rapidez, pues estaba helada.
— Neska ¿tenemos agua caliente en la nave? —preguntó
contrariada.
Por
toda respuesta obtuvo un silencio casi sepulcral, roto por el ruido del agua
cayendo contra el suelo de la ducha. Pensó que la computadora podría no haberla
oído por ese mismo motivo, así que la llamó alzando un poco más la voz.
— ¿Neska?
Nada.
Decidió intentarlo una vez más.
— Neska ¿estás ahí?
Tampoco.
Misma respuesta. Silencio total.
— Mira, guapa —June comenzó a impacientarse ante la
actitud de la nave—; sé que estás ahí, y, si no es mucho pedir, me gustaría
poder darme una buena ducha de agua caliente. Así pues ¿te importaría conectar
el calentador del agua, cariño? —recalcó la palabra “cariño” con cierto
desaire.
Un
ligero cambio de presión en el chorro de agua, y la pronta aparición del vapor,
le confirmaron a June que la computadora había accedido a la petición. Tras comprobar una vez más que
la temperatura fuera la ideal, June se metió bajo el chorro. Cuando se había
enjabonado ya todo el cuerpo, el agua volvió a salir fría, provocándola un
grito de sorpresa al recibir sobre su piel desnuda el agua helada.
— ¡Maldita puta! —bramó saliendo escopetada de la ducha—
¡Te desmontaré pieza por pieza, hija de perra!
Completamente
desnuda, y con el cuerpo chorreándole agua y espuma de champú, se encaminó al
puente de mando de la nave dispuesta a cumplir su amenaza. Avanzaba por el
corredor que conducía al lugar con paso firme y decidido, pero con gran calma.
— ¿Qué diablos ocu...? —Roc, que había salido de su
camarote al oír el alboroto montado por June, se quedó de piedra al verla
desnuda.
— ¡Aparta, montón de lata! —La mujer le golpeó en la
cintura para quitarle del camino, con tan mala fortuna para Roc que el golpe
activó su pene metálico, haciéndolo salir al exterior.
—... Ups —El androide se avergonzó ante la situación,
ocultando de nuevo el miembro viril en su compartimiento lo más rápido que pudo—.
L-lo s-siento, ha s-sido un accidente... —Se disculpó con torpeza, aunque June
no le prestaba atención, pues seguía su camino hacia el puente.
— ¡Basura tecnológica! —Seguía gritando— ¿Te crees que te
puedes reír de mí y quedarte tan tranquila? ¡Lo llevas claro, querida!
Una
vez llegó al puente de mando, buscó rabiosa con la mirada una cosa en concreto.
Cuando por fin la encontró, una plancha de metal atornillada a una columna
cilíndrica, la arrancó de cuajo con sus manos y sacó del hueco abierto un buen
manojo de cables de varios colores y grosores.
— Muy bien, encanto —amenazó sujetando el cableado—.
¿Quieres que juguemos? Pues vale, juguemos. Vuelve a conectar el agua caliente
o te desconecto para los restos. Tú eliges.
— ¿Qué diablos está pasando aquí? —La voz de Bradock
resonó en el puente— ¿Puede alguien explicarme lo que ocurre?
— Pregúntale a tu puñetera computadora —replicó June—. Ha
decidido jorobarme la ducha.
— Vale, bien —Bradock trató de apaciguar los ánimos—.
Neska, discúlpate ahora mismo con June. Y tú —Se dirigió a la mujer—; suelta
eso. Por si no lo has notado, estamos dentro de esta nave; y tú pretendes
inutilizarla arrancando esos cables.
— La culpa la tiene tu computadora. Yo sólo quería
ducharme...
— Y seguro que ella está arrepentida de haberte estropeado
la ducha ¿verdad que sí, Neska?
— ¿Tengo que contestar? —respondió sin ganas la
computadora.
— ¿Neska? Di que lo sientes, por favor —Tras unos largos
segundos esperando la respuesta de Neska, que no llegó, Bradock decidió tomar
cartas en el asunto—: Muy bien, lo haremos a mi modo: Neska; orden de standby hasta nuevo aviso.
— ¿No será capaz? —protestó la computadora.
— Tú me has obligado —contestó su jefe—. Y tú —Le ordenó a
su vez a June—. Suelta esos cables, ya. Y ahora me voy a dormir. No quiero más
jaleos por hoy ¿Os ha quedado claro? Pues bien. Adiós.
— Activando standby
hasta nueva orden —anunció Neska.
— Espero que el agua caliente esté conectada —refunfuñó
June encaminándose de nuevo hacia la ducha. Cuando pasó junto a Roc, se detuvo
un instante a su lado para decirle—. Tú y yo nos veremos cuando termine de
ducharme, encanto.
— Oh. V-vale. D-de a-acuerdo... —tartamudeó el androide.
El
encuentro se produjo cuarenta y cinco minutos más tarde. Roc se hallaba en su
camarote cuando la puerta se abrió y apareció June, tapada solo con una pequeña
toalla.
— Bueno —dijo sin remangos la mujer—. Ya estás tardando en
tumbarte en el catre, cariño.
— ¿En el c-catre? —preguntó el androide sorprendido—
¿P-para qué?
— ¿Cómo que para qué? Para jugar a las cartas, no te
jode... —espetó June empujándole sobre la cama y colocándose sobre él— ¿Crees
que no he visto lo que te guardas aquí dentro? —Le señaló en su entrepierna— Ya
estás activándolo, muchachote, que hoy tengo ganas de marcha y la ducha me ha
dejado mal cuerpo.
— Oh, v-vaya... Hoy debe de ser mi día de suerte.
— ¡No te hagas ilusiones, pequeñín! —Le advirtió June— Tú
sólo eres el aperitivo. En cuanto acabe contigo, y será enseguida, me largo a
por el grandullón. Vamos, muévete.
— ¡Vivan los aperitivos! —exclamó Roc jubiloso.
CONTINUARÁ
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