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Tanque Bradock. Capítulo 16

16 – Algunas respuestas

                   La nave entraba en la atmósfera de Kaito a primera hora de la mañana y se pusieron en contacto con Yugo para concretar el lugar de la reunión. El sitio escogido por el basky era una barriada pobre de Satur, una de las ciudades-cúpula del planeta. Bradock pretendía acudir solo a esa cita, pero June se opuso a ello y se empecinó en ir con él, por lo que el mercenario no tuvo más remedio que ceder a su petición.
                   Cuando llegaron por fin al lugar indicado, se encontraron con que las señas dadas por el basky les habían llevado hasta un callejón sin salida. Un montón de cajas sucias y estropeadas de cartón y una tapa de alcantarilla eran toda la decoración existente. Bradock pensaba que el basky les había tomado el pelo, cuando, de pronto, la tapa de la alcantarilla se abrió un poco y del interior apareció el rostro serio de Victor, el guardaespaldas personal de Yugo, que les ordenó entrar.
— ¿Estás de guasa, verdad? —espetó Bradock enfadado ante la idea de meterse en ese agujero— ¡No pienso entrar ahí!
— Como queráis —dijo el impávido Victor—. Si dentro de treinta segundos no estáis aquí abajo, mi jefe y yo nos largamos.
                   Dicho eso, cerró la tapa, dejando perplejos a los dos recién llegados. Bradock primero paseó furioso de lado a lado del callejón, después pateó un par de cajas de cartón y, finalmente, acabó resignándose y bajó a la alcantarilla, seguido de cerca por una intrigada June.
                   La zona a la que accedieron era abierta y semicircular, con un canal situado frente a la escalera por la que habían bajado. El agua circulaba por un estrecho cauce que desaparecía bajo la misma entrada del mismo canal.
                   En la esquina derecha de la zona esperaban Yugo y Victor. El basky parecía más bajo de lo que en realidad era al estar situado junto a su ayudante, un terrasiano de cuerpo enorme y musculoso.
— Bien, veo que os habéis dignado a bajar —habló Yugo con su voz aguda y rasposa.
— ¿Es que ahora te dedicas a organizar visitas guiadas a las alcantarillas, pequeña comadreja? —Bradock ayudó a June a descender los últimos peldaños de la escalera.
— Ay… —Yugo suspiró con desgana— ¿Lo ves, Vic? Uno se preocupa por sus amigos y así es como se lo agradecen…
— ¿“Preocupación” y “amigos” en una misma frase salida de tu boca…? ¿Es que estás enfermo, Yugo? —espetó con sarcasmo Bradock.
— Yo no tendría que preocuparme si algún cenutrio que conocemos tuviera los ojos más abiertos… y los genitales quietecitos dentro de los pantalones.
— ¿De qué estás hablando? No te andes con rodeos, enano.
— Hablo de que eres un auténtico cegato, o un tonto; lo cual no sé qué es peor —espetó Yugo—. Te ponen el cebo más grande y señalado de la galaxia a la vista, y vas, y picas como un tonto.
— ¿Cebo? ¿De qué cebo estás hablando?
— ¡De ella, cenutrio, de ella! —espetó Yugo enojado señalando a June.
— ¿June? —Bradock se mostró perplejo ante lo insinuado por el basky— ¿Es que te estás drogando?
— Ay… —Hastiado, Yugo se golpeó la frente con una de sus largas y delgadas manos— Vic, procede, por favor.
                   El terrasiano obedeció a su jefe y se acercó a June, sosteniendo en una de sus manos una pequeña especie de pistola con la que apuntó al cuerpo de ésta.
— Discúlpeme, señorita —Se excusó Victor mientras movía la pistola de arriba a abajo—. Serán solo unos segundos.
                   Cuando el aparato manejado por Victor llegó a la altura de la nuca de June, comenzó a emitir pequeños pitidos intermitentes.
— Tal y como me temía —apuntó yugo—. La dama lleva un rastreador encima, o mejor dicho, debajo.
— ¿Un rastreador? —preguntó June extrañada.
— Dígame una cosa, señorita ¿recuerda usted por qué la perseguían cuando Bradock la rescató? O, mejor aún ¿recuerda dónde se hallaba usted días antes de reencontrarse con él?
— No entiendo a qué se refiere…
— Es sencillo —Yugo se acercó a ella con pasos cortos—. La estoy preguntando si tiene recuerdos de días anteriores a su reencuentro con Bradock. Concretamente, de la semana anterior al día de su rescate.
                   June se quedó perpleja en ese momento, con la mente en blanco y la mirada perdida. La pregunta de aquel basky, por muy extraña que pareciera, había descubierto en su mente una laguna.
— No ¿verdad? —inquirió Yugo con mirada escrutadora antes de volverse hacia Bradock—. Ya me lo suponía. Sin recuerdos… un rastreador encima… Está muy claro. Te han tendido una trampa y tú has caído de lleno en ella.
— Será mejor que te expliques, sabandija —dijo un airado Bradock—. ¿Qué estás insinuando con todo esto?
— No insinúo nada —Le cortó tajante el basky—. Lo afirmo. Puedo asegurarte, casi al cien por cien, que esa mujer no es quien dice ser.
— Estás delirando, renacuajo —espetó con una media sonrisa Bradock.
— ¡Tonto sentimental, presta atención! —gritó Yugo enrabietado— ¿Te dice algo el nombre de Aldo Nerypes?
— ¿Aldo Nerypes? —Bradock meditó unos segundos antes de responder— Sí. Creo que fue quien me mandó el mensaje de socorro de parte de June.
— Vamos a ver —Yugo señaló a la mujer—; ¿conoce ese nombre, señorita?
— No… —respondió casi con un susurro ésta, para sorpresa del mercenario, en cuyo rostro se reflejó la perplejidad.
— Sin embargo —añadió Yugo con una sonrisita—, nuestro amigo Bradock sí que le conoce.
— ¿Yo?
— Se nota que los juegos de palabras no son lo tuyo, eh… —El basky alzó las manos al cielo con un suspiro— ¿Endola Preys te suena?
— ¿¡!? ¡Hijo de puta! —Bradock reconoció en el acto ese nombre.
— ¿Es que lo conoces? —Quiso saber June.
— Por supuesto que lo conoce —explicó Yugo mientras Bradock maldecía en alto en varios dialectos y golpeaba con sus puños en la pared—. Lo que nos queda por saber es cuál es su función en todo esto, señorita. ¿Es un simple cebo? No, no lo creo. Debe de haber algo más, algo que se nos escapa…
— ¿Puedes quitarla el rastreador? —preguntó Bradock ya más calmado.
— Puedo, pero no es conveniente.
— ¿Por qué no?
— Porque, del mismo modo que sirve para que él te encuentre a ti, lo podemos usar para encontrarlo a él. Y necesitas encontrarlo, créeme.
— ¿Para qué?
— ¿No prestas atención cuando te hablo, estúpido? —gritó airado el basky, agitando sus delgados brazos en el aire— Te lo he dicho antes; esta mujer no es June. Para encontrar a la verdadera, primero debes encontrar a Endola Preys.
— ¿Pero quién es ese Endola Preys? —preguntó June intrigada.
— Mi hermano gemelo —respondió Bradock apretando los puños.
— Sorprendida ¿verdad, señorita? —Rió Yugo— Sí. La familia de Bradock es todo un cajón lleno de sorpresas. Se lo digo yo. Unas más desagradables que otras, pero todas igual de sorprendentes.

CONTINUARÁ

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