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ZARKO DE MYZAR. CAPÍTULO 8


Capítulo 8 – Yuga, Señora de los caídos.

         Cuando atravesaron por completo el portal de luz, éste se desvaneció y quedaron atrapados en el otro lado. Y al otro lado no había nada. Absolutamente nada.
         Todo era oscuridad, aún así, podían verse perfectamente unos a otros. Pisaban suelo, pero bajo sus pies no había más que negrura. Igual que a su alrededor. Solo negrura. Caminaban lentamente, en alerta, vigilándose siempre y en todo momento las espaldas. No oían más que el sonido de su respiración roto solo por el sonido de sus pisadas.
- Permaneced juntos en todo momento – les ordenó Zarko – Hemos de estar atentos ante un posible ataque por parte de la dueña de este lugar.
         La voz de Zarko provocó un profundo eco, debido a la inmensidad del lugar en el que se hallaban. Siguieron caminando, pero no sucedió nada fuera de lo normal. Silencio y oscuridad totales. No podían ni tan siquiera calcular el tiempo que llevaban allí metidos, pues no había forma humana posible de poder saberlo con exactitud. De repente oyeron una voz. Era de mujer.
- Deteneos, guerreros.
         Un nuevo haz de luz pulsante, fría y azulina, emergió de ninguna parte ante ellos. El haz de luz se ensanchó e iluminó un trono. El trono, no muy grande, estaba hecho de mármol y su diseño mostraba aristas redondeadas y contornos suaves. Sobre la cabecera del mismo, dos cobras negras, entrelazadas entre sí e inclinadas hacia adelante, formaban un pequeño arco sobre el trono. Todo el trono era de mármol negro, tan negro y oscuro como aquel lugar en el que se encontraban. Sentada en él, pero casi oculta por las sombras, se podía vislumbrar a una mujer.
- Decidme, guerreros – la voz de la mujer era endiabladamente sensual y cautivadora - ¿Habéis venido hasta aquí para superar la prueba?
- Así es, señora – Fedhoram dio un paso adelante, titubeando – Necesito superar esa prueba lo antes posible.
- ...Lo antes posible – la mujer repitió con cierta pausa las últimas palabras del muchacho - ¿Quiere eso decir que el ansia dirige tus pasos, joven guerrero? Mala consejera, el ansia. Y peor compañera de viaje.
- Perdóname señora, - Fedhoram agachó tímidamente la mirada – pero no he venido hasta aquí para escuchar consejos, sino para superar una prueba que debo pasar. Y no tengo todo el tiempo del mundo.
- ¿Tiempo? – la mujer se levantó del trono y se dejó ver.
         Era preciosa, a pesar de su aspecto general, era de una belleza arrebatadora. Salvando la excepción del color de su piel, azul pálido, y de que los lóbulos inferiores de sus orejas eran sustituidos por sendas sierpes negras como la noche más oscura, Yuga, señora de los guerreros caídos en desgracia, era la criatura más bella vista por ojos mortales. Su larga melena de múltiples trenzas, sus delicados labios azulados, sus ojos oscuros y profundos como la noche, su esbelto talle, sus preciosos senos y sus largas y no menos esbeltas piernas, la convertían en la criatura más bella vista nunca jamás.
- Has de saber, joven y arrogante guerrero – se acercó lentamente hacia Fedhoram – que guerreros más valientes que tú sucumbieron por culpa de eso que tanto os ata a vosotros, los humanos. El tiempo os lleva de su mano cómo y hacia donde quiere y vosotros, pobres almas arrojadas en su caudaloso río desde vuestro nacimiento, no hacéis más que patalear inútilmente intentando escapar de su corriente.
- No era intención del muchacho ofenderos, señora –el que habló ahora era Freyan – Pero tiene razón al decir que tenemos prisa. Hay muchas cosas en juego.
- No me ofende el muchacho – Yuga ignoró al mentor de Fedhoram – Solo quería advertirle a tu joven pupilo – acarició con una de sus manos el rostro de Fedhoram, quien, sin saber por qué, sintió un repentino escalofrío en todo su cuerpo – En este lugar, en mis dominios, la prisa puede ser tu perdición. En cuanto a la prueba – Yuga sonrió lacónica – Has de saber que, desde el momento en el que entrasteis aquí, ya había comenzado.
- ¿Y en qué se basa exactamente dicha prueba? – habló titubeante Fedhoram.
- Dime, joven guerrero – Yuga le sonrió con cierta mezcla de dulzura y simpatía - ¿Si para completar la prueba te digo que tendrías que matar, por ejemplo, a tu mentor aquí presente, lo harías? – Fedhoram calló al no saber lo que contestar – Oh, vaya, me temo que ya habrías suspendido la prueba. Así pues, dime – Yuga entornó cariacontecida la cabeza - ¿Hasta dónde llegarías para superar esa prueba?
- Pido ser escuchado, señora – solicitó Zarko agachando la mirada respetuoso.
- Hazlo – Yuga ni siquiera le miró, observaba con atención el semblante de Fedhoram, más pálido por momentos.
- He oído muchas historias sobre ti, señora – habló el Myzarino – En esas historias siempre se habla de la gran Yuga, la señora de los guerreros caídos en desgracia que da una segunda oportunidad a estos mismos de redimirse en justo combate.
- Continúa.
- Juzgo inapropiado, y abusivo por tu parte, señora, hacerle la propuesta formulada por tu parte hace unos segundos al muchacho. Nadie educado bajo el código del honor osaría nunca levantar su arma contra su propio mentor sin existir un motivo grave para ello. Por lo tanto, es lógico que el muchacho se viera incapaz de cumplir tu petición, señora.
- Vaya – Yuga volvió la mirada hacia el Myzarino y lo estudió con deleite de arriba abajo – Pareces alguien que sabe lo que dice. Sigue hablando, por favor. Veamos a dónde quieres llegar.
- Os pido, señora – continuó Zarko – que le deis al joven una oportunidad más acorde a su situación para demostraros su valía. Y, de ser necesario, yo mismo y mi compañero aquí presente, prestaríamos gustosos nuestras armas para protegerle.
- Y, según tú – Yuga le miró con deseo - ¿cuál sería ese modo más apropiado, valeroso guerrero?
- Un combate – aclaró Zarko – Un combate justo donde mi amigo pueda demostrar su verdadero valor.
- ¿Por qué todos deseáis siempre entablar un tedioso y aburrido combate? – suspiró aburrida Yuga – Bien, si eso es lo que esperabais encontrar aquí – chasqueó los dedos tras sentarse pesadamente sobre el trono – Sea pues. Tendréis vuestro combate.
CONTINÚA

2 comentarios:

  1. Ajá! Un combate.
    Me agradan los combates.
    Pobre Fedhoram, siento empatía hacia su incertidumbre u.u

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  2. A mí, el personaje que más me gustó, tras darle vida, fue Yuga. No sé, pero es de los que más me han gustado de todos cuantos he creado.

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