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Ratas del Espacio (Capítulo 9)


9 – BUHONERO.

                   El androide con forma femenina, clase P42-U2U, melena mediana pelirroja, ojos verdes y profundos, vestido negro de sirvienta con delantal blanco y cofia blanca sobre la cabeza, podría muy bien pasar por una mujer normal y corriente de no ser por su andar mecánico, sus brazos doblados hacia delante en un ángulo recto, con los codos ligeramente separados del cuerpo, y las manos abiertas. Caminaba a saltitos mientras atravesaba el pasillo amueblado, a ambos lados, con estanterías repletas de piezas y aparatos de todas las clases y tamaños. El final del pasillo dio paso a una amplia sala, amueblada en sus cuatro paredes con baldas sobre las cuales podían verse más piezas y objetos amontonados en completo desorden. En el centro de la sala se veían un par de mesas, abarrotadas también con piezas y objetos varios.
                   Junto a una de las mesas, un hombre ya mayor, de pelo blanco y ya escaso en la cabeza, barba poblada canosa, y una pata de palo sustituyendo a la parte inferior de su pierna derecha, rebuscaba entre las distintas piezas. De cuando en cuando, cogía una de ellas, la soplaba por encima para eliminar el polvo acumulado en su superficie, la colocaba a la altura del ojo para comprobar de cerca su estado y la devolvía de nuevo a la mesa, repitiendo dicho proceso con otras de las piezas de forma aleatoria. El hombre alzó la vista al oír llegar al androide.
- Ah, buenas tardes, Betty – Saludó afectivamente al robot - ¿Me traes alguna noticia?
- Tiene usted visita, señor Donpipollas – contestó el androide femenino.
- ¿Visitas? – El hombre parecía extrañado ante ese dato - ¿A estas horas del día? ¿Y de quién se trata?
- Del señor Cassidy y su compañero, el señor Mortimer – contestó Betty.
- ¿Esos dos granujas? – El viejo buhonero sonrió al conocer la identidad de sus dos visitantes - ¿Y qué tripa se les ha roto ahora?
- Necesitan encontrar una pieza, señor. Una válvula, modelo S4-BR3.
- Ah, con que se trata de eso, eh. Una válvula... – Donpipollas rebuscó en la segunda de las mesas en busca de dicha pieza - ¿Nos queda alguna de esas válvulas por aquí, Betty?
- Según consta en mis registros, sí. Tenemos una en la segunda balda de la izquierda de la pared oeste de esta misma sala, señor.
- ¿La pared oeste, dices? – Donpipollas miró a uno y otro lado intentando recordar cuál era la pared oeste de la sala.
- Es la que se encuentra a su espalda, señor – Betty sacó de dudas a su dueño.
- Ah, claro, la de mi espalda, ja, ja... – El viejo buhonero rió ante su torpeza para orientarse cardinalmente - Recuérdame mañana que les ponga carteles a las paredes indicando dónde va cada punto cardinal, ¿de acuerdo, Betty?
- Como usted lo ordene, señor.
- Bien – Donpipollas rebuscó entre los estantes de la balda indicada -, a ver dónde tenemos esa válvula... – Tras rebuscar durante unos segundos entre las muchas piezas allí dispuestas en completo desorden, al final encontró la que estaba buscando - ¡Ah, aquí está! Toma, Betty, llévasela ¿quieres?
- No puedo, señor – objetó el androide.
- ¿No puedes? – preguntó Donpipollas, sorprendido ante tal objeción - ¿Y por qué no?
- Porque el señor Cassidy insistió en que fuera usted mismo quien les llevara la válvula en persona. Cito textualmente las palabras del señor Cassidy: “Dile a ese viejo vago que mueva su pata de palo hasta aquí y venga a saludarnos, Betty”.
- ¡La madre que lo parió! – Gruñó en alto el viejo – Siempre que viene aquí le da por tocarme un poco las narices. ¿Pues sabes lo que te digo, Betty? Que vas a ir con la válvula y le vas a decir que se la meta por el culo y espere a que le salga humo por el agujero, que será entonces cuando yo salga a saludarle.
- Bien, señor. Así lo haré.
                   El androide femenino abandonó la sala y Donpipollas continuó con su trabajo, la revisión de las distintas piezas dispersas por las mesas y baldas de la habitación. Unos minutos más tarde, Betty regresó con otro mensaje para el buhonero.
- Dice el señor Cassidy que ya se ha metido la válvula por el culo, pero que precisa de sus servicios para ponerla en funcionamiento, señor.
                   Ante tal ocurrencia, el viejo buhonero no pudo por menos que reírse a carcajada limpia. Tras dejar de reír, le dio una nueva orden a su androide.
- Dile – Recalcó la palabra pronunciándola lentamente - que, para que la válvula funcione, debe de dar tres giros en el sentido de las agujas del reloj y después cantar una canción de Bob Dylan.
                   El androide partió a cumplir la orden de Donpipollas todo lo rápido que sus piernas mecánicas se lo permitían. Pasados otros tres minutos, regresó a la sala con un nuevo mensaje.
- El señor Cassidy ha dicho que no conoce a ese tal Dylan, y pregunta si es que, por casualidad, es alguien que canta en bodas y bautizos.
- ¡Dile a ese malnacido que semejante herejía es merecedora de la pena de muerte por electrocución! – rugió colérico Donpipollas ante lo que consideraba, desde su punto de vista, una ofensa a su persona - ¡Dile también que como vuelva a decir otra gilipolléz como esa, no vuelve a entrar en mi casa! ¡Palabra de buhonero!
- Ex, señor. Ex buhonero – recalcó Betty – Recuerde que dejó de recorrer el mundo como tal cuando sufrió el accidente que le costó media pierna.
- ¿Acaso te he pedido que me lo recuerdes, máquina idiota? – Donpipollas se enojó ante el comentario hecho por el androide – ¡Vete a cumplir con tu tarea!
- De acuerdo, señor – El androide se dispuso a cumplir con la orden cuando fue interrumpido por el buhonero, que aún seguía enfadado.
- Dile además a Cassidy – añadió -, que mierda para el recadero que va y viene.
- Muy bien, señor – Asintió Betty – Así se lo diré.
                   El androide femenino se fue con la nueva orden y dejó al viejo farfullando cosas para sus adentros. Un par de segundos después, a través del pasillo que conducía a la sala llegó el sonido de unas estridentes carcajadas. Donpipollas no pudo reprimir una sonrisa al escucharlas.
- ¡Será capullo...! – exclamó sonriente – Este Cassidy no cambiará nunca. Ya lo creo que no.
                   Con una sonrisa todavía dibujada en su cara, volvió a sus quehaceres. Cogió una nueva pieza y la sopló por encima para limpiarle el polvillo acumulado. A su mente vino de nuevo una de las ocurrencias de Cassidy.
- ¿Bodas y bautizos? ¡Ja!
CONTINÚA

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