Invisible
Rex Cutter es un chico normal, con la salvedad, claro está, de que tiene un extraño don; no, don no, maldición sería mejor llamarla. Sí, una maldición. Rex Cutter tiene la facultad innata de pasar completamente desapercibido para la gente que le rodea. Y no es que a él le guste, precisamente, sino más bien todo lo contrario, pero es algo que no puede evitar, por más que lo intente.
Y lo ha intentado en más de una
ocasión, creedme, pero nada. Una vez rompió, delante de toda la clase en la que
estudiaba, el esqueleto humano que el señor Fisser, su maestro de ciencias, tan
celosamente cuidaba. Y lo hizo allí, delante de todos, maestro incluido. Lo
empujó y el esqueleto se desplomó hacia adelante, desarmándose en el suelo como
una montaña de naipes. Rex no recibió ningún castigo por parte del profesor Fisser,
ni tan siquiera un improperio o un grito... Nada.
En otra ocasión quemó el coche de
su padre y, aunque en esa ocasión fue un accidente (una lata de gasolina mal
cerrada cerca del auto, una estufa eléctrica encendida por error junto a la
lata, un tropezón y, bum, coche calcinado), ocurrió lo mismo que con el caso
del esqueleto. Nada. Sus padres corrían de un lado para otro intentando apagar
el fuego y gritando, nervioso él e histérica ella. Pero a Rex no le dijeron ni
una sola palabra.
Intentó explicarles lo que había
ocurrido, oh sí, pero era como si no le vieran. Media hora después de estar
corriendo de un lado para otro tras de su padre, intentando contarle lo sucedido,
Rex se dio por vencido y desistió de su empeño. Y así siempre. Hacía lo posible
por llamar la atención y ocurría justamente todo lo contrario; le ignoraban
completamente.
Por eso, el día en que se cayó a
un pozo abandonado que había en el terreno de la parte trasera de su casa, Rex Cutter asumió enseguida que iba a morir allí mismo. Tanto lo creía que,
sentándose sobre el frío y húmedo suelo y apoyando su cabeza contra las
rodillas, esperó pacientemente a que llegara su hora.
Encontraron su cuerpo dentro del
pozo al día siguiente. Y porque se había caído en él una cría de gato que no
cesaba de maullar. El muchacho había escrito en las paredes del pozo estas
palabras con una piedra:
“Estoy aquí”
Lo que Rex Cutter no sabía era que
su caída en el pozo había ocurrido cuatro años atrás. Y el ciclo se repetía
para él una y otra vez. Una y otra vez...
Esperando siempre a ser rescatado.
-FIN-
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