Capítulo 3 – Una noche agitada.
Hacía calor
esa noche, y la copiosa cena de la que habían dado cuenta en la posada no hacía
más fácil el conciliar el sueño. Zarko, cansado ya de dar vueltas sobre el
desconchado colchón de paja y heno, salió al amplio balcón de las tres
habitaciones que habían alquilado para esa noche y que dicho balcón comunicaba
entre sí. Se apoyó sobre la balaustrada de piedra caliza y contempló el paisaje
nocturno de la ajetreada ciudad.
Reinaba el
silencio, roto en ocasiones por el ladrido de algún que otro perro que
vagabundeaba por las callejuelas desiertas. Abajo, en la planta baja de la
posada, ya no quedaban clientes y el dueño barría los últimos trozos de vasos
rotos y restos de comida que hasta hace unos minutos se encontraban esparcidos
por el suelo del local. Un par de borrachos se alejaban calle abajo
canturreando una vieja canción de guerra mientras se tambaleaban de un lado a otro
y se reían a carcajadas. Dos soldados hacían su ronda nocturna y pasaron frente
a la posada. El tabernero les saludó y habló animadamente con ellos unos
minutos, los que ambos soldados tardaron en beberse dos jarras de vino que el
propio tabernero les había servido. Un pequeño “agradecimiento” por parte del
tabernero en atención a la protección que su local recibía por parte de la
milicia de Rimtra. Zarko continuó contemplando la ciudad unos minutos más. De
repente, algo llamó su atención.
Eran cuatro
sombras que se movían por los tejados de los edificios bajos que colindaban con
la posada. Se movían, a la par que ágiles, veloces y silenciosos y parecían
saber muy bien qué, o cuál, era su objetivo. Zarko también lo supo enseguida.
Su objetivo era la posada donde él y sus dos amigos se alojaban esa noche.
Se agazapó
en el balcón y, oculto entre la sombra que ofrecía éste mismo, observó en
silencio. Las cuatro sombras llegaron hasta el balcón situado al lado derecho
del balcón ocupado por el Myzarino, que escudriñaba entre los gruesos barrotes
de piedra de la balaustrada de su balcón a los cuatro extraños. Reconoció
enseguida las ropas de los extraños sujetos, y saberlo le intranquilizó
bastante. Eran asesinos de Riska, los asesinos más letales y eficaces de la
región de Suria. La pregunta más importante que se hacía en esos momentos Zarko
era, ¿a quién buscaban en aquella posada?
Con todo el
sigilo del mundo, el Myzarino entró en su habitación y recogió su larga espada
y su daga, arrebatada ese mismo día a los bandidos que les asaltaron en el
camino, y salió nuevamente al balcón. Los asesinos habían abierto la puerta del
balcón y habían entrado ya en la posada. Zarko entró rápidamente en su
habitación, la atravesó veloz y salió al pasillo.
Con sigilo,
pero con rapidez, abrió la puerta de la habitación de Freyan y entró en ella.
Iba a girarse cuando el frio tacto metálico de un cuchillo apoyado sobre su
garganta le hizo detenerse en seco.
- Soy yo, Zarko – susurró en voz baja.
- ¡Por los dioses, Zarko! ¿Qué haces entrando así en mi
cuarto a estas horas? – Freyan retiró el cuchillo de la garganta y lo guardó –
Casi te rajo el cuello.
- Tenemos visita – le aclaró el Myzarino – estate atento a
mi señal para pasar a la habitación del muchacho.
- ¿Por qué? ¿Acaso crees que el muchacho corre peligro?
- No lo sé, pero es mejor asegurase. Nuestros visitantes
son asesinos Riska.
- Mal asunto... – masculló Freyan extrayendo nuevamente su
cuchillo.
Zarko
entreabrió la puerta del cuarto y ojeó el pasillo. No había nadie, así que, le
hizo un gesto a Freyan y ambos, con mucho cuidado de no hacer ruido alguno,
atravesaron el pasillo hasta llegar a la puerta de la habitación ocupada por
Fedhoram. Zarko la abrió con cuidado y entraron dentro de la habitación.
Fedhoram dormitaba a pierna suelta sobre el viejo colchón de paja y heno.
Freyan se acercó hasta el muchacho y, tapándole la boca con su mano, le
despertó y le hizo un gesto con su otra mano para que guardara silencio.
- Tenemos compañía – le informó susurrando – Prepárate.
Nos vamos de aquí.
- Eso no va a ser nada fácil con esos cuatro merodeando por
aquí – le informó Zarko – Quedaos aquí hasta que yo os avise.
- ¡Ni lo sueñes! – Freyan se unió a él – Vamos los tres
juntos. Si a ti te pasara algo, ¿crees que a nosotros dos solos nos iba a ir
mejor?
- Tú no me preocupas en lo más mínimo, pero el muchacho en
cambio... – Zarko señaló con la mirada a Fedhoram – No creo que el muchacho
esté listo para enfrentarse a un peligro como este. Puede salir mal parado... Y
nosotros con él.
- Yo respondo de él. No nos causará ningún problema. Te lo
aseguro.
- Seguidme en silencio. Y vigilad vuestras espaldas en
todo momento. Vamos.
Salieron los
tres al pasillo, caminando pegados a la pared. Al llegar a la esquina del
pasillo, se pegaron a ella y Zarko echó una mirada. Vio a dos de los asesinos,
que estaban de espaldas a ellos y así se lo indicó a Freyan con un gesto de su
mano. Del mismo modo, le indicó cómo actuar. Zarko atacaría al de la derecha y
Freyan al de la izquierda.
A una señal
del Myzarino, ambos saltaron sobre los desprevenidos asesinos y los despacharon
enseguida. Zarko atravesó con su daga la espalda de su oponente, dándole una
puñalada certera a la altura del corazón. Freyan, por su parte, se encargó del
suyo rebanándole el cuello en un abrir y cerrar de ojos mientras le tapaba la
boca para que no pudiera gritar. Sin embargo, los otros dos asesinos salieron
de improvisto de una de las habitaciones, justo por detrás de ellos.
Por unos
milímetros, Fedhoram logró esquivar el tajazo que le enviaba uno de ellos con
su espada. Zarko saltó enseguida para interponerse entre Fedhoram y el asesino,
justo a tiempo de parar una nueva estocada lanzada por este último.
- ¡Salid de aquí, rápido! – les ordenó parando la hoja de
la espada del asesino con su daga – ¡Les retendré todo lo que pueda!
- ¿Estás loco? – le gritó Freyan - ¡No puedes enfrentarte
tú solo a ellos!
- ¡Marchaos! – le ordenó nuevamente Zarko - ¡No me buscan
a mí, sino al muchacho!
- ¿Cómo puedes estar tan seguro?
- Porque somos los únicos que se hospedan en esta posada
esta noche. ¡Marchaos ya de aquí, vamos!
- Ve al paso de Fiyendem – le susurró al oído Freyan – Te
esperaremos allí.
Freyan
agarró a Fedhoram y le sacó del pasillo casi a rastras, pues las piernas del
muchacho no dejaban de temblarle. Zarko taponó el pasillo, impidiendo así que
ninguno de los dos asesinos que quedaban en pie pudiera atacarles por la
retaguardia.
- Y bien, hijos de puta – espetó Zarko - ¿Quién de los dos
me va a alegrar la noche primero?
Zarko
observó atentamente a los dos asesinos. Estos, blandiendo dos pequeñas espadas
cada uno, sopesaban la amenaza que podría resultar ser el Myzarino. Zarko, por
su parte, blandiendo su espada en la derecha y su daga en la izquierda,
sopesaba el terreno en el que se encontraban. La angostura del pasillo podía
jugar a su favor contra dos oponentes, pero era todo lo contrario. Si bien
entorpecería a los dos asesinos, de tal modo que, de querer atacarle habrían de
hacerlo en orden y cuidando de no herirse entre ellos, también era cierto que
eso le impediría a él mismo atacar abiertamente, bajo peligro de verse con la
guardia baja al enfrentarse a uno de los asesinos, con lo cual, el segundo
tendría un blanco perfecto.
Por lo
tanto, los tres contendientes estudiaban con atención los movimientos del
contrario, a la espera del momento oportuno de atacar. El asesino situado a la
derecha de Zarko atacó primero.
Lanzó una
rápida estocada con una de sus espadas y Zarko la detuvo hábilmente con su daga
y, con un rápido giro de caderas, lanzó, a su vez, un golpe con la empuñadura
de su espada a la cabeza. El golpe hizo tambalearse hacia atrás al asesino,
pero su lugar fue rápidamente ocupado por su compañero, que lanzó una serie de
rápidos mandobles con sus dos espadas. Zarko los paró todos con la misma
rapidez con que el asesino se los lanzaba y, al final, le propinó un fuerte
puntapié en la boca del estómago. El asesino se encorvó y cayó al suelo
doliéndose. Zarko quiso aprovecharse del momento para rematarle, pero su
estocada fue detenida por la hoja de la espada del otro asesino, ya recuperado
del golpe en la cabeza.
- ¡Malditos perros Riskanos! – juró Zarko – No se quién os
paga, pero os juro por el gran Koyum que venderé cara mi piel y la de ese
muchacho. ¡Atacad si queréis, vamos perros!
El asesino
volvió a la carga y lanzó dos mandobles más contra Zarko. El primero le rozó el
antebrazo y le provocó un corte superficial. El segundo lo detuvo con su daga
y, al tiempo, lanzó un mandoble con su espada, hiriendo en el hombro a su
rival, que dio dos pasos atrás agarrándose el brazo herido. Su compañero ocupó
el lugar y atacó salvajemente a Zarko. Le lanzó rápidos y fuertes mandobles de
espada que hacían retroceder cada vez más al Myzarino. Entonces, Zarko hizo su
movimiento.
En una de
las embestidas de su adversario, se apartó a un lado de repente,
desequilibrándole por completo. Aprovechó el movimiento para hacerle la
zancadilla, con lo cual, logró que el asesino cayera al suelo chocando contra
una pared. Fue entonces cuando se encargó de su compañero herido en el hombro.
Con una embestida salvaje y veloz, Zarko se arrojó sobre el desprotegido y
sorprendido asesino y le lanzó un certero mandoble con la espada, atravesándole
el pecho. Apoyando su pie sobre el pecho del asesino inerte, Zarko desclavó su
espada. Entonces vio cómo el segundo de los asesinos se ponía nuevamente en
pie, recuperándose del golpe recibido hace unos segundos. Zarko sabía muy bien
que no podía dejarle marchar, así que, sin pensárselo dos veces, se arrojó
lleno de furia contra él. Ambos se abrazaron y cayeron rodando por las
escaleras que llevaban a la planta baja del local.
El asesino
se levantó primero, pero Zarko le propinó una certera patada en las espinillas
y le hizo caer de nuevo. El Myzarino se levantó ágilmente y cayó sobre la
espalda del asesino. De rodillas sobre éste, le golpeó con el puño en la
cabeza. El asesino, no obstante, no era manco.
Con un hábil
movimiento de caderas, logró girarse lo justo como para golpear con su codo en
las costillas de Zarko y hacerle caer a un lado. Entonces, el asesino se puso
rápidamente en pie y le lanzó una patada en la cara, que Zarko recibió de
lleno. Zarko se resintió del golpe recibido en la cara, pero eso no le
amedrentó en absoluto. Viendo que el asesino echaba a correr hacia la calle,
agarró un taburete y lo lanzó contra éste, estrellándose de lleno en su
espalda. El asesino cayó estrepitosamente contra una de las mesas destrozándola
entera. Zarko se puso en pie de nuevo.
- ¿A dónde ibas, perro cobarde? – le espetó jactancioso -
¡Justo ahora empiezo a divertirme!
Zarko rugió
y se lanzó sobre el caído asesino. Éste, viéndole caer sobre él, usó una llave
de lucha y, con sus pies a modo de trampolín, arrojó a Zarko contra otra de las
mesas. Ambos se levantaron rápidamente del suelo y se lanzaron al ataque. El
Riskano golpeó primero y lo hizo lanzando una serie de patadas altas que Zarko
paró a duras penas con sus antebrazos. A su vez, Zarko agarró al desprevenido
asesino por el cuello y le propinó un duro puñetazo en los morros.
- Esto es por fastidiarme la noche...
El Riskano
forcejeó para soltarse de la presa de Zarko, pero el Myzarino le tenía bien
sujeto. Le lanzó otro puñetazo a la boca.
- ...Y este otro por querer matarme a mí y a mis amigos.
Zarko alzó
por los aires al atontado asesino.
- ...Y esto otro – lanzó al asesino contra otra de las
mesas – por ser unos moscones tan jodidamente pesados.
El cuerpo
del asesino se estrelló ruidosamente contra la mesa y los taburetes de madera,
haciéndolos añicos. Aún así, se levantó tambaleante.
- ...Oh, vamos – Zarko agarró otro taburete y se lo lanzó
también - ¡Cáete ya!
De repente,
algo le golpeó en la cabeza y sintió cómo perdía el conocimiento. Pudo oír unas
voces antes de caer en la oscuridad total.
- ...Amarradlo bien... A ese... ...también.
- ... ¡Cuidado..., va... armado!
D:!!!!
ResponderEliminarPero ¡cómo...! iba perfecto. ¡Cómo pudiste hacerle eso a Zarko! XDD!
Muy emocionante capítulo, mucha acción =D!
No te preocupes, que en breve le volverás a ver en acción XD.
ResponderEliminarMe alegra ver que te gusta. Eso sí, no te encapriches mucho que, como bien avisé, solo tengo 14 capítulos escritos.... Lo siento XD.