5 – SOMBRAS
“Muertos.
Papá. Mamá.
Muertos.
Y June secuestrada.
¡Maldición! ¡Y todo esto por culpa mía!”
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La
lluvia baña los tejados de los edificios con su fino pero persistente manto y
va calando poco a poco la ropa hasta que, al final, su humedad se te mete entre
los huesos. A Vance Anderson, en esta noche oscura, húmeda y fría, la lluvia es
lo que menos preocupado le tiene.
Su
mirada se pierde en el horizonte de la ciudad, bañado en puntitos luminosos que
parecen titilar bajo la lluvia como diminutas luciérnagas estáticas. Sus
pensamientos son un maremagnum de sentimientos encontrados; ira, tristeza,
frustración, odio, resentimiento, miedo... Trata de encontrar una respuesta a
lo sucedido en los últimos días; de saber qué es lo que ha pasado y por qué,
pero no halla la respuesta y eso le hace enfurecerse aún más consigo mismo.
Un
extraño ruido a su espalda, parecido al de un mantel al ser sacudido por el
viento, le hace saber que la persona a quien espera acaba de llegar. Vance le
saluda sin ni siquiera mirarle.
- ... Llegas tarde.
- Yo bien, ¿y tú que tal? – contesta el recién llegado con
acritud, un muchacho de color y algo joven.
- ¿Lo has traído?
- Sí, toma – el visitante le entrega un maletín negro -
¿Qué piensas hacer con ello?
Vance
no contesta. Sigue mirando al lejano horizonte y su mente parece encontrarse
muy distante, a miles de millas del lugar. El recuerdo reciente de la muerte de
sus padres le atenaza el corazón y le ahoga por dentro. Quiere gritar, salir
corriendo, alejarse de esa maldita ciudad y de sus calles; pero la ciudad
parece escucharle y sus sonidos parecen estar diciéndole “Ánimo, ya pasará. El
dolor siempre pasa”. Las finas gotas de lluvia que resbalan por sus mejillas
encubren las lágrimas que se le escapan sin poder evitarlo. Se obliga a sí
mismo a dejar de llorar; después de todo, se dice, es un asesino; y los
asesinos no lloran. Con algo de cansancio, se levanta del húmedo tejado y
observa una última vez el horizonte. La lluvia cesa y los sonidos de la noche
envuelven a la ciudad una vez más con su nocturna serenata.
- Oye, podrías contestar, ¿no te parece? – Le recrimina su
compañero - ¿Para qué lo quieres?
- Para reparar un error – Vance recoge el maletín –
Gracias por traerlo. Ahora necesito que me lleves a un sitio.
- Tendrá morro el tío... ¿Te crees que soy un taxi o qué?
– contesta su visitante.
- No tengo tiempo para tonterías, Archer – le recrimina
Vance con cierta dureza en su mirada – Vamos.
- Vale, vale... – el tal Archer hace un par de aspavientos
con sus manos como queriendo quitarle hierro al cabreo de su compañero – Pero
dime una cosa, ¿por qué narices me llamas siempre por mi apellido?
- ¿Acaso te molesta?
- No – contesta Archer – Pero digo yo que no te cuesta
nada llamarme por mi nombre, ¿no te parece?
- En serio, Julius – Vance recalca con cierto retintín el
nombre de su amigo – No tengo tiempo para estas tonterías. Vamos.
- Está bien, colega – Archer se da por vencido con su
compañero y utiliza su don, el de abrir portales de traslado, para abrir un
portal junto a ellos – Tú dirás, colega, ¿a dónde te llevo?
- Al muelle antiguo. Almacén número 13 – Vance contesta a
la pregunta con voz seca y mirada fría y distante.
- ¡Fiu...! – Archer silba con asombro mal disimulado al fijarse
en la mirada de su compañero – Por la cara que llevas, la cosa debe estar muy
chunga...
- Créeme, Archer – Vance se adentra en el interior del
portal mientras le contesta a su amigo – Las cosas se pondrán mucho peor cuando
encuentre al culpable de todo esto. Pero que mucho peor.
:O:O:O:O
ResponderEliminarSiento que me perdí de algo... todo pasó tan rápido D:!
¿Qué sucederá después?
D=