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ZARKO DE MYZAR. CAPÍTULO 6


Capítulo 6 – El paso de Fiyendem.

         Los caballos de Freyan y de Fedhoram trotaban animadamente cuando llegaron a la entrada al cañón del paso de Fiyendem. A un lado del camino, subido encima de una roca de un metro y poco más de altura, les esperaba un hombre. Vestía túnica negra con una enorme capucha echada sobre la cabeza que le tapaba casi por completo el rostro. Mordisqueaba entre los dientes una pajita de hierba seca.
- Llegáis tarde – informó quedadamente a los dos viajeros - ¿Qué os ha retenido por el camino?
- ¿Quién sois vos? – preguntó intrigado Freyan - ¿Sois acaso aquél con quien debía de encontrarme aquí?
- Si, si eres tú aquél a quien Ambrosius me envía – el extraño sonrió lacónicamente  .
- ¿Conocéis a Ambrosius?
- Y al chico. Y la profecía. Y a Denól. Y las tres señales. Y al cónclave... – el extraño saltó de la roca  - ¿Necesitas que te dé más pruebas, Freyan?
- No – Freyan y Fedhoram desmontaron de sus caballos – Siento haber dudado. ¿Podéis decirme vuestro nombre?
- ¿Acaso es importante para ti ese dato?
- Si – Freyan miró seriamente al extraño – Si, si queréis que os deje aquí al muchacho.
         El extranjero desvió la mirada distraídamente, como queriendo ignorar el farol lanzado por Freyan. Echó hacia atrás la enorme capucha de su túnica y su cabeza y rostro quedaron al descubierto. No era muy mayor. Su pelo, gris y con dos profusas entradas a ambos lados de la ancha frente, estaba peinado hacia atrás y recogido en una pequeña coleta. Su mentón era ligeramente afilado. Su nariz aguileña. Sus cejas eran pobladas y sus ojos oscuros y profundos. Pasaron los segundos y no dijo nada. Solo silbó distraídamente.
- Sube a tu caballo, Fedhoram – Freyan se giró y se encaminó hacia su montura – Nos volvemos a Gur-Nagur.
- Ambrosius no exageraba con respecto a ti, Freyan – el extraño rió de buena gana – No es necesario que os volváis a Gur-Nagur. Me llamo Ezerian. Nigromante de Las Lunas de Yunda. Hechicero Supremo del Cónclave Oscuro de Egeno. Alquimista Superior del Triunvirato de Alquimistas de Ramiun. Ah, y Elementalista de Alto Grado del Cónclave del Cinturón de Torgel. Ese soy yo, Freyan.
         Freyan volvió sobre sus pasos y Fedhoram desmontó de su caballo. Ezerian les miraba sonriendo abiertamente.
- Y bien, Freyan – les habló de nuevo - ¿Merezco tu confianza para hacerme con la tutela del chico, o no?
- No os riáis de mi, señor...
- Ezerian – le corrigió sonriendo el hechicero – Llámame solo Ezerian.
- ...Ezerian – corrigió a su vez Freyan – No os riáis de mi, Ezerian. El asunto que nos ha reunido hoy aquí es demasiado grave como para tomárselo a la ligera.
- Cierto.
- Y, en cuanto a la tutela del muchacho. Sabed que su vida, para mi, es más importante que la mía propia,... e incluso más que la vuestra.
- Cierto también.
- Bien – Freyan se irguió – Sabiendo todo esto, tened. Ambrosius me pidió que os entregara esta carta.
         Freyan sacó del bolsillo interno de su capa el sobre lacrado que Ambrosius le entregara en el viejo torreón y se lo pasó a Ezerian
- No necesito el sobre – Ezerian ignoró por completo a Freyan – Puedes romperlo o guardártelo para ti. Como tú quieras.
- ¿No pensáis abrirlo para saber lo que Ambrosius os cuenta?
- No. No es necesario. Ya sé lo que me dice el viejo Ambrosius. Demasiado bien... – Ezerian bajó la cabeza con mirada triste - ...En fin, no divaguemos más, ¿de acuerdo? ¿Queréis tomar algo mientras esperamos? ¿Un tentempié? ¿Una buena comida? ¿Algo de bebida?
- ¿Esperar? – Freyan estaba intrigado - ¿A qué?
- A qué, no. A quién – Ezerian hizo un gesto con su mano y en el suelo apareció un mantel a cuadros con alimentos de varias clases sobre él – Al Myzarino, para ser más exactos. ¿Gustáis?
- Ya pensaba yo en esperarle aquí - aclaró Freyan - No hace falta que lo hagan también usted y el muchacho. Debe llevarse a Fedhoram y prepararle para cumplir su misión, ¿no le parece, señor?
- Así es, - asintió dejadamente Ezerian sentándose en el suelo ante los alimentos - pero, te guste o no, el Myzarino también forma parte del destino de Fedhoram.
- ¿Y eso, por qué?
- El destino, querido Freyan. El destino ha tejido ya su telaraña y, lo queráis o no, vosotros tres, el Myzarino, el muchacho y tú mismo, estáis atrapados en ella. Ahora, como dije antes, ¿gustáis?
         Freyan y Fedhoram aceptaron resignados la invitación del enigmático hechicero y se sentaron a su lado. Fedhoram dio buena cuenta enseguida de las viandas dispuestas en el mantel. Freyan, por su parte, cogió una manzana roja y la dio unos mordiscos. Ezerian imitó a Fedhoram y degustó varios de los alimentos y bebió del vino que también se hallaba sobre el mantel.
- ¿Puede aclararme lo que Ambrosius le decía en su carta? – preguntó Freyan al hechicero.
- En su momento lo sabrás, Freyan. En su momento.
         El caballo llevaba ya cabalgando varias horas, pero no parecía sentir el cansancio. Se trataba, sin duda alguna, de un excelente animal y Zarko, su jinete, se alegró de ello. Hacía ya unas tres horas que había abandonado Rimtra, tras fugarse de su prisión, y deseaba encontrarse cuanto antes con sus dos compañeros en el paso de Fiyendem. Por eso, cuando vio a lo lejos la entrada del cañón, Zarko recobró buena parte de su ánimo.
         Cuando por fin llegó a la entrada del cañón, vio a tres personas aguardándole. Reconoció a dos de ellos, pero no al tercero.
- ¿Me habéis estado esperando? No esperaba en encontraros ya por estos lares – Zarko desmontó del caballo y saludó a Freyan – Por la oscura Asanty, creía que vuestro viaje corría mucha prisa.
- Y así es – Freyan se alegró enormemente de volver a ver con vida al Myzarino. Le debían mucho – Pero él nos mandó esperarte – señaló al hechicero, que se acercó a Zarko y le tendió la mano en señal de saludo amistoso.
- Saludos, Myzarino. Me presento. Soy Ezerian.
- Saludos – Zarko aceptó su mano con cierta reticencia - ¿Por qué me esperasteis? ¿No es más importante vuestra empresa que mi persona?
- Ambas son igual de importantes, Zarko. Nuestra empresa y tu persona están ya unidas por lazos irrompibles.
- ¿De veras? – Zarko puso cara de extrañeza – Bueno, puesto que ya he llegado, ¿por qué no continuamos con nuestro viaje?
- Si – Ezerian dibujó un símbolo en el aire y, de un humo gris que emergió del suelo, apareció un precioso corcel de color azabache y de larga crin y cola de color canela – Partamos ya. Hemos de ir a un lugar que nos dirá muchas cosas.
- ¿Cosas? – Zarko seguía sin comprender nada de nada - ¿Sobre qué?
- Sobre mucho – Ezerian espoleó a su corcel y el resto de sus compañeros le imitaron.
CONTINÚA

2 comentarios:

  1. Genial! Amé cómo hizo aparecer el corcel!
    De verdad fue como si yo hubiera estado ahí :O

    Una cosa, me ha gustado la música que pones :D como que le da más vida a la historia ^^

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  2. Bueno, por lo de la música diré que no está puesta a propósito de la historia, sino porque me gustan mucho las canciones de David Bowie, aunque mira, si le quedan bien a la historia, pues mejor que mejor XD.
    Un saludo y gracias por los comentarios.

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