22 – Y UN EPÍLOGO.
Unas horas
después, nuestros dos amigos se pusieron en camino, de regreso a la ciudad-cúpula
de Satur, a bordo de la Zuzu. Ya en pleno vuelo, Cassidy se comunicó con Yugo
por radio para informarle de los pormenores de la misión.
- ¿Ya estáis de vuelta? – Preguntó la voz aguda del baski - ¿Cómo os
han ido las cosas?
- Oh, perfectas – ironizó Cassidy – Nos robaron el paquete...
- ... Tres veces – apuntilló Mortimer.
- ... Nos atacó un mercenario mitad cyborg, mitad humano, nos atacaron
los clientes enfurecidos de un bar, nos enfrentamos a un robot asesino y
también nos engañaron. Lo normal, vamos.
- Sois unos quejícas, ¿lo sabíais? – terció Yugo.
- Pues espera a oír lo mejor – espetó Mortimer risueño.
- ¿Lo mejor? ¿A qué te refieres?
- Al diamante – explicó Cassidy – O mejor dicho, al diamante que no
existía.
- ¿Diamante? – Yugo fingió sorpresa – No sé de qué me estás
hablando...
- Yugo, no me tomes por idiota, ¿de acuerdo? – espetó Cassidy con voz
cansada – Te engañaron, al igual que nos engañaron a nosotros, rata miserable;
pero claro, tú no te has jugado el pellejo, ¿verdad que no?
- Te repito que no sé de qué me...
- ¡Cállate, babosa miserable! – rugió Cassidy – ¿Te crees que somos
idiotas, o qué? Esperabas conseguir ese diamante y así sacarte una pasta gansa
por él, mientras a nosotros pensabas pagarnos una miseria. ¡Pues entérate bien,
el tiro te salió por la culata, porque no existe ese diamante! ¿¡Lo has oído
bien, pequeña rata!?
- No es necesario que chilles tanto – señaló Yugo al fin tras guardar
unos segundos de silencio – Creo que puedo ofreceros algo más del precio acordado;
después de todo, es justo, ¿no os parece?
- Tranquilo – terció Mortimer en ese momento – Nosotros nos
conformamos con el precio acordado. No queremos que pienses que somos unos
aprovechados.
- Vaya – espetó con sarcasmo Yugo -, me abruma vuestra generosidad.
- Aún no hemos acabado, Yugo – habló Cassidy – Como bien te ha dicho
mi compañero, nos conformaremos con el precio estipulado. No obstante, correrás
con los gastos extra.
- ¿Gastos extra? ¿Qué gastos extra? Se suponía que solo teníais que
llevar el paquete hasta Rankine y volver, ¿de dónde salen esos gastos extra?
- De la reparación de la nave que le pedimos prestada a nuestro amigo
Santos – Le informó Cassidy.
- ¿Nave? – Yugo parecía irritado - ¿Qué nave? ¡Yo no os pedí que cogierais
ninguna nave!
- No, tienes razón – señaló Cassidy -, pero pensamos que sería buena
idea si íbamos de incógnito a Rankine. Y, bueno, digamos que ha sufrido algún
pequeño desperfecto en la pintura.
- ¿Pequeño desperfecto? ¿Cómo de pequeño?
- Bueno... – terció en ese momento Mortimer – Digamos que antes de
salir de Satur era totalmente blanca. Ahora ya no se ve el color blanco por
ninguna parte.
Cassidy cortó
la comunicación con el baski justo cuando éste comenzó a jurar en un dialecto
casi ininteligible para los oídos humanos, para regocijo de nuestros dos
amigos.
- Esto... – apuntó Mortimer cogiendo aire después de tanto reírse -,
¿cómo crees que se lo tomará Santos? Me refiero a lo de la nave, claro.
Cassidy meditó
unos segundos acerca de la pregunta de su amigo, hasta que al fin respondió.
- Muy mal. Terriblemente mal.
FIN
No hay comentarios:
Publicar un comentario