17 - ENCUENTRO.
Se produjeron
dos explosiones; no muy fuertes, pero sí lo bastante potentes como para echar
abajo parte de las dos paredes en las que éstas estaban adosadas. La pequeña
onda expansiva de las bombas arrojó por los aires un par de mesas, junto con
sus ocupantes y sus respectivas sillas. Una densa nube de polvo cubrió el
interior de la taberna, donde la gente gemía, tosía y maldecía en alto. Tras
las explosiones y la nube de polvo llegaron el caos y la confusión, momento
aprovechado por Raikon para golpear a Cassidy en la base del estómago con el
puño cerrado y, saltándole por encima con la ayuda de una hábil pirueta,
colocarse detrás suyo y huir del local. No obstante, antes de abandonar el lugar,
se encargó de que sus enemigos no pudieran hacer lo mismo para ir en su
persecución.
- ¡Terroristas! – Gritó señalando a Cassidy y Mortimer quien, para confirmar
la acusación del encapuchado, le apuntaba en ese momento con sus dos pistolas y
abría fuego.
- ¡A por ellos! – Gritó alguien entre el caos general de la taberna -
¡Que no se escapen!
Los presentes
en la sala se reagruparon, armándose con toda clase de armas y comenzaron a
formar un semicírculo en torno a nuestros cuatro amigos y el desconocido.
- ¡Maldito cabrón! – Rugió Cassidy - ¡Mortimer, coge a Yuni y salgamos
de aquí!
- Vayamos por la parte de atrás – Sugirió Irina apuntando con su
ballesta al grupo de exaltados clientes que se acercaban peligrosamente a
ellos.
- Ven conmigo, Yuni – Mortimer agarró a la muchacha por el brazo y la
condujo con ellos, pero la chica se zafó fácilmente de él.
- ¡No! – Gritó acercándose al desconocido y poniéndose a su lado.
- Lo siento, amigo – Apuntó éste -, pero la muchacha se viene conmigo.
He pagado un precio muy alto por ella y no voy a dejarla escapar tan
fácilmente.
- ¿Quién eres tú? – Preguntó intrigado y sorprendido Mortimer
apuntándole con sus pistolas.
- Nadie – Respondió tajante el extraño agarrando a Yuni.
- ¡Suéltala! – Mortimer le apuntó con una de las pistolas a la cabeza.
- ¿O si no qué? – Espetó el hombre señalando a los enojados clientes –
Creo que tenéis entre manos un problema mayor del que preocuparos, ¿no te
parece?
- Si crees que voy a dejar que te la lleves – Le indicó Mortimer con
decisión -, es que no me conoces en absoluto, amigo. Suéltala, ¡ahora!
- Piénsatelo bien antes de hacer una tontería – El extraño enseñó a
Mortimer el disparador que sostenía en su mano y el collar de Yuni – Si abres
fuego, te aseguro que la chica pasará a mejor vida.
- ¡Maldito...!
Cassidy e
Irina, por su parte, apuntaban con sus armas a los clientes, que cerraban cada
vez más el semicírculo en torno a ellos. Cada vez quedaba menos espacio entre
ellos y el enfurecido grupo.
- ¡Hay que salir de aquí lo antes posible! – Informó Cassidy –
Guíanos, Irina.
- Ya os lo dije – Apuntó ésta – Hay que usar la salida trasera o
estaremos acabados.
- ¿Y a qué esperas? – Espetó Cassidy dándole un codazo en la nariz a
uno de los clientes, que tuvo el coraje suficiente para lanzarse contra él
empuñando el cristal roto de una botella a modo de navaja - ¡Muévete!
- ¡Por aquí! – Irina disparó uno de los virotes de su ballesta y
alcanzó con él a otro de los atacantes, que trataba de pillar por sorpresa a
Cassidy quien, en ese momento, estaba ocupado golpeando a otro hombre que
blandía una tabla astillada como garrote - ¡Vamos, seguidme!
La mujer sacó
dos pequeñas cápsulas de su cinturón y las arrojó al suelo ante el encolerizado
grupo. Cuando las cápsulas estallaron, generaron una nube de humo que les
ocultó ante estos, momento que la mercenaria aprovechó para dirigir a sus
compañeros hacia la salida. Mortimer, muy a su pesar, tuvo que dejar marchar a
Yuni con el extraño, que le dio un último recado antes de escapar del lugar en
otra dirección.
- Dile a Yando Yon – Le informó -, que si desea ver de nuevo a su
hija, vaya a la cuna del sol.
- ¿La cuna del sol? – Mortimer quiso replicar algo, pero Irina le
empujó con fuerza en una dirección y se vio obligado a seguirla, mientras
Cassidy abría fuego contra la cortina de humo generada por la mercenaria para
abrir distancia entre ellos y los clientes de la taberna.
Los tres
mercenarios cruzaron un pequeño y estrecho pasillo guiados por Irina.
Atravesaron una puerta al final del pasillo y salieron a un callejón del
exterior.
- ¿Por dónde? – Preguntó Cassidy mirando a uno y otro lado del
callejón.
- Por aquí, ¡rápido!
Irina enfiló
el callejón por la derecha y echó a correr calle abajo, seguida de sus dos
compañeros. Dobló una vez hacia la derecha tras pasar de largo un par de cruces
de camino, luego una vez más a la izquierda y, al final, se detuvo en una
callejuela para coger aire y pensar mejor en el próximo movimiento a realizar.
- Un momento – Cassidy se percató de la ausencia de Yuni -, ¿dónde has
dejado a Yuni? – Le interrogó a su compañero.
- T-Tuve que dejarla ir – Se excusó éste resoplando por el esfuerzo
realizado con la carrera -; l-lo siento.
- ¿La dejaste ir? ¿¡Con quién!? – Le preguntó Cassidy sorprendido.
- Con aquel tipo que estaba con Raikon – aclaró Mortimer – Supongo que
era quien le contrató para secuestrarla.
- ¿¡Es que eres idiota!? – Le espetó Irina enfadada.
- Yuni llevaba un extraño collar puesto – Se explicó Mortimer – Ya los
he visto antes y sé cómo funcionan, creedme. Sí hubiera intentado
arrebatársela, ese tipo le habría hecho mucho daño.
- ¡Joder! – Se quejó furioso Cassidy golpeando con el puño en una
pared - ¡Vamos de mal en peor, leches!
- Podemos encontrarla – Señaló Mortimer.
- ¿Ah, sí? – Preguntó Cassidy - ¿Y cómo? No sabemos quién era ese tío
y no conocemos este lugar.
- Yo sí – Apuntó Irina.
- Y el padre de Yuni también – Indicó Mortimer.
- Ya, claro – Espetó Cassidy -, pero dime, ¿cómo podemos encontrar a
Yando?
- Ella puede hacerlo, compañero – Contestó Mortimer señalando a Irina
– Después de todo, era nuestro enlace aquí con Yugo, ¿no? Eso solo puede
significar que sabe dónde se esconde Yando, ¿me equivoco?
- No lo sé... – Respondió Cassidy mirando inquisitivamente a la
mercenaria -, ¿se equivoca mi amigo?
- No – Respondió ésta con rotundidad.
- Bien, pues ya estás llevándonos ante Yando.
- Supongo que no tenemos otra salida – Repuso Irina tras pensarlo unos
segundos.
- No. No tenemos más salidas – Espetó enfadado Cassidy – Así que no me
andes con más rodeos. Llévanos ahora mismo con el padre de Yuni.
- Bien, seguidme. Es por aquí.
Cuando iban a
ponerse en marcha, una voz les cogió por sorpresa a los tres.
- Vosotros no iréis a ninguna parte - Era una voz grave, pero serena –
Al menos mientras no me aclaréis una cosa.
- ¿Quién es este? – Preguntó curioso y sorprendido Mortimer al ver a
un hombre apuntándoles con un rifle bláster.
- Os presento a Yando Yon – Les informó Irina.
- ¿Tú eres el padre de Yuni? – Preguntó Cassidy.
- Aquí las preguntas las hago yo – Respondió Yando – Decidme, ¿quién
os ha mandado traer a mi hija y por qué no está con vosotros?
El hombre que
apuntaba a nuestros amigos en esos momentos con el rifle bláster corto de dos
cañones, tenía en sus ojos negros y profundos una mirada que no dejaba ninguna
clase de duda acerca de su estado de ánimo; no estaba para bromas.
Tenía una melena
corta de color castaño oscuro con una cinta roja larga atada alrededor de la
cabeza a la altura de la frente, bigote largo y poblado que le bajaba por la
comisura de los labios hasta llegar casi a la barbilla, nariz aguileña, cejas
gruesas y un mentón ancho con un hoyuelo bajo el labio inferior. Una cicatriz
surcaba su rostro por el lado izquierdo, desde la ceja hasta el pómulo.
Vestía una
chaqueta torera negra, con bandas horizontales blancas de tela que unían las
dos filas de cuatro botones cosidos a ambos lados de la misma. Camisa roja de
cuello alto doblado y mangas largas y amplias. Fajín negro y ancho y un
pantalón bombacho, de color rojo también, junto con unas botas altas de cuero
negro conformaban su atuendo, que se veía completado con dos pistolas de plasma
enfundadas una a cada lado de sus caderas.
- Repito – Volvió a hablar con una voz grave y serena -; ¿quién os ha
mandado traer a mi hija y por qué no está con vosotros?
- Tranquilo – Cassidy intentó dialogar con Yando -, estamos en el
mismo bando. Créeme.
- Eso lo decidiré yo – Espetó Yando sin dejar de apuntarles con su
rifle -, contesta a mi pregunta. ¿Quién os ha enviado aquí con mi hija?
- Pues...
- ...No podemos revelarte el nombre de nuestro cliente – Cassidy cortó
a su compañero Mortimer antes de que este revelara ningún dato a Yando – Ningún
mercenario que aprecie su trabajo y su pellejo lo haría.
- A no ser – Le indicó Yando moviendo su rifle -, que esos mercenarios
estén siendo apuntados en ese momento por un rifle de plasma y que quien les
apunte sepa usar bien dicho rifle. Creo que entonces se lo pensarían muy bien
antes de callarse lo que saben, ¿no te parece?
- Puede ser – Asintió Cassidy -, pero entonces no serían de la clase
de mercenarios que yo conozco.
- Déjate de cháchara, Yando – Apuntó Irina inquieta al oír a lo lejos
las voces de sus perseguidores -, si nos quedamos mucho tiempo por aquí, podrás
ahorrarte la munición.
- Ella tiene razón – Indicó a su vez Cassidy - ¿Qué vas a hacer?
- ¿Puedo sugerir que nos larguemos pronto de aquí? – Sugirió Mortimer
por su parte – Por favor.
- Seguidme – Les indicó
Yando tras meditarlo durante unos largos segundos -, pero sin tonterías. Ahora
mismo soy vuestro único billete de salvación. Vamos.
CONTINÚA
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